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Javier Quintanilla (séptimo empezando por la izquierda) entre Amado Franco y Jesús Medina rodeado de los miembros del patronato que asistieron al almuerzo

 

Javier Quintanilla participa en el primer Punto de Encuentro del patronato de la Fundación Caser

El pasado 20 de septiembre tuvo lugar el primer Punto de Encuentro de la Fundación Caser, iniciativa dirigida a los miembros de su patronato con el fin de compartir las experiencias de personas que, de una forma u otra, estén relacionadas con el ámbito fundacional y social, entre otros.

“Hay un 10% de personas con discapacidad. Si no contamos con ellas nos estamos perdiendo su aportación a la sociedad en su conjunto”. Con estas palabras, Javier Quintanilla, invitado de esta primera sesión, resume el mensaje que quería transmitir en el almuerzo celebrado en la sede de Caser: la normalización de la discapacidad.

Javier Quintanilla lleva dos implantes cocleares como consecuencia de una sordera profunda bilateral sobrevenida. Sin embargo, esta discapacidad no le ha supuesto una barrera para llegar a ser Doctor (PhD) en Industrial and Business Studies por la Warwick Business School (UK), profesor del IESE especializado en la gestión de Recursos Humanos y  consejero de varias empresas y fundaciones, además de Vocal del Consejo de Dirección de IESE Business School.

Se define como un auténtico privilegiado y reconoce que no es un especialista en discapacidad “para eso hay otros” afirma, aunque conviva en el día a día con ella.

Pero no solo eso, Javier es un referente en este mundo por su implicación en la promoción de la inserción laboral. Una inserción que, según reconoce, “empieza en los colegios, universidades y escuelas de negocios”. 

 Para el profesor Quintanilla es esencial que las empresas apuesten por contratar a personas con discapacidad. Defiende que, una vez que la empresa pone empeño en ello, cumplir el mínimo de contratación según la ley se convierte en un objetivo fácil de superar. En este sentido, considera que es fundamental que se les reconozca como a cualquier otro empleado, se valore su trabajo y su esfuerzo, y que la pena y la compasión desaparezcan.

En su intervención, también, hizo hincapié en que el apoyo de la familia y de la empresa es fundamental. En su caso, le mandaron a trabajar a Inglaterra, aun sabiendo que se estaba quedando sordo. Hoy, esta fuerza le ha hecho convertirse en un ejemplo para muchas personas que, como él, sufren alguna discapacidad, pero para los que ésta no debe suponer ninguna barrera, ni social ni laboral.