Los servicios que ofrecen cuidados a las personas mayores se diferencian no solo en cuestiones estructurales u organizativas sino en su modelo de atención y en la definición de la correspondiente buena praxis profesional.
Si bien la personalización es un principio rector comúnmente enunciado en la atención gerontológica, puede quedar en la declaración de intenciones si en el día a día de los servicios y centros existe rigidez organizativa, no hay un suficiente conocimiento de las personas usuarias o se aplican procedimientos uniformes que no tienen en cuenta las costumbres y preferencias de éstas.
Desde hace años se aprecia en el sector sociosanitario de nuestro país un creciente interés en los servicios gerontológicos hacia lo que se ha denominado la Atención Centrada en la Persona (ACP), un enfoque que los países más avanzados en políticas sociales vienen señalando como uno de los elementos clave para la mejora de la calidad asistencial a las personas mayores.
Los modelos de atención centrados en la persona buscan armonizar los sistemas organizativos de los servicios con las preferencias y deseos de las personas que precisan atención o cuidados. Desde este enfoque la gestión del centro o servicio es un medio que se debe supeditar a objetivos relacionados con la calidad de vida de las personas.
Entre los principios que suelen ser destacados en la ACP figuran: el reconocimiento de cada persona como ser singular y valioso, el conocimiento de la biografía, la apuesta por favorecer la autonomía de las personas mayores, la interdependencia de éstas con su entorno social o la importancia de los apoyos.
Un aspecto fundamental de la ACP es que aporta una visión radicalmente diferente de otros abordajes más clásicos que también buscan la atención individualizada. La principal diferencia estriba en el rol activo que la ACP otorga a las personas usuarias y las consecuencias que ello genera en la relación asistencial y en el modelo de intervenir. La ACP busca la personalización de la atención entendiendo que cada individuo se construye como persona en procesos de apertura y comunicación con los demás. Pretende que cada persona tome un papel de agente central, y en la medida de lo posible, activo. El objeto no es solo individualizar la atención sino empoderar a la persona desde la relación social para que ella misma pueda seguir, en la medid de sus capacidades y deseos, gestionando su vida y tomando decisiones.
Desde la ACP la autonomía se destaca como un valor nuclear de la atención y esto debe verse reflejado en la vida cotidiana. La autonomía en estos modelos se concibe tanto como capacidad como derecho y por tanto es objeto de apoyo y desarrollo para todas las personas incluyendo a aquellas que tienen un deterioro cognitivo avanzado. La autonomía se entiende como capacidad para tomar decisiones en lo que atañe a la propia vida y, además, como derecho a que todas las personas puedan seguir viviendo de forma acorde a los propios valores y preferencias, aunque para ellos necesiten apoyos extensos por parte de otros y cuando es preciso ser representados.
En este sentido, es ilustrativa la comparación realizada por algunos autores diferenciando los modelos centrados en la persona de aquellos centrados en el servicio. Entre las características que diferencian los primeros de los segundos señalan que los modelos centrados en las personas: sitúan su foco en las capacidades y fortalezas de la persona (frente a los déficits y enfermedades); su intervención es global proponiendo planes de vida donde la persona participa (frente a intervenciones parciales destinadas a resolver problemas de las personas que perciben a los demás); las decisiones se comparten con la persona y familia (frente a la decisión y poder único profesional); ven a las personas dentro de su entorno y comunidad (frente al encuadre aislado en los servicios sociales); o el hecho de utilizar un lenguaje cercano y accesible (frente a un lenguaje clínico y repleto de tecnicismos).
Esta entrada es un extracto del artículo “La Atención Centrada en la Persona. Algunas claves para avanzar en los servicios gerontológicos.”, de Teresa Martínez, publicado en el número 8 de la revista Actas de Coordinación Sociosanitaria. Puede acceder aquí al sumario y la descarga de la revista.