Autonomía Personal y Dependencia: factores personales
Los factores personales propiciados de la autonomía moral y de la operativa, así como también los relativos a la dependencia, son numerosos y diversos. Para mantener la brevedad necesaria, a continuación se resumen aquellos más importantes:
Tabla 1. Factores personales de Autonomía y Dependencia (no exhaustivo)
El primer bloque incluye los factores de la capacidad de tomar decisiones, es decir, de la autonomía moral, que requiere, en primer lugar, conocimiento y capacidad valorativa de las opciones objeto de posibles elecciones, así como de las consecuencias de éstas, tanto para el interesado como para los entornos. Estas capacidades se ven mermadas por la discapacidad intelectual, que a partir de cierto grado de intensidad supone dependencia moral relevante.
Lo mismo cabe decir de algunos trastornos mentales; de ellos, en la epidemiología actual, las demencias son un importante bloque generador de dependencia moral, de gravedad variable. También pueden llegar a bloquear la capacidad de decisión racional ciertos trastornos psíquicos, como la ansiedad, la inseguridad, las obsesiones y otras alteraciones mentales cuando se manifiestan de modo grave y continuado.
Como es sabido, las alteraciones mentales aludidas son susceptibles de tratamientos mediante medicamentos y psicoterapia que pueden aliviar y, en algunos casos, corregir la dependencia moral. Por supuesto, tanto el factor cognitivo como el emocional no dependen sólo de la dotación natural de los individuos, sino que ésta se modifica mediante la instrucción, la formación y el desarrollo personal en las facetas relacionadas con los citados factores.
El segundo bloque cubre el campo de los factores concernientes a la capacidad de desempeño o realización de actividades, vale decir, de la autonomía operativa. Ésta puede verse menguada por una amplísima gama de deficiencias congénitas y adquiridas derivadas de enfermedades y accidentes. Como es sabido, una parte de esos casos entrañan dependencia igualmente operativa. La medicina, la cirugía y otras disciplinas vienen desarrollando una amplísima gama de medios para paliar y aún corregir la dependencia operativa.
También influye en la autonomía operativa la capacitación técnica y personal. La primera se refiere a la preparación del individuo para la acción en los entornos. La segunda corresponde a la habilitación para la gestión de la propia vida. Inciden también en la autonomía y la dependencia, diversos factores circunstanciales. La tabla recoge algunas clases de ellos relativos a las posibilidades de hacer efectivas las decisiones y de realizar actividades.
Las circunstancias de los individuos no afectan, en rigor, a su capacidad de tomar decisiones, pero sí condicionan y aún bloquean su posibilidad de hacerlas efectivas. Este es un fenómeno que se manifiesta en el común de la población, pero tiene una incidencia especial del signo negativo en algunas clases de situaciones de dependencia. Por de pronto, los trastornos mentales y la discapacidad intelectual graves pueden abocar a medidas de incapacitación jurídica, las cuales afectan incluso a las decisiones residenciales. Por otra parte, entre las personas con esas afectaciones son relativamente frecuentes las condenas penales y las sentencias de privación de libertad.
La capacidad de desempeño está obviamente condicionada por las características de los entornos. El ejemplo más obvio nos lo ofrece el medio físico: las escaleras constituyen barreras infranqueables para, entre otras cosas, las personas sin funcionalidad en sus piernas; los ascensores y las plataformas elevadoras les posibilitan la movilidad vertical. En el orden simbólico: la información mediante una sola lengua en sociedades plurilingües llega a imposibilitar, por ejemplo, que un enfermo conozca su diagnóstico y prescripciones correspondientes; la elegibilidad de la lengua de comunicación asistencial, salva esa barrera.
Por supuesto, la dependencia se manifiesta con intensidades diversas, las cuales vienen siendo descritas mediantes diferentes escalas. A efectos descriptivos, me parece especialmente indicada la graduación de la dependencia en relación con las clases de actividades de la vida diaria: básicas o de autocuidado; instrumentales o de desenvolvimiento en el medio social; y avanzadas, relativas a la participación social productiva, en el sentido amplio de este término. La protección social de la dependencia requiere graduar en relación con la intensidad de la ayuda requerida.
Esta entrada es un extracto del artículo “Atención básica y comunitaria idónea a la dependencia”, de Demetrio Casado Pérez, publicado en el número 7 de la revista Actas de Coordinación Sociosanitaria. Puede acceder aquí al sumario y la descarga de la revista.