Cargando...

Señora mayor en un jardín, en camiseta, con los brazos detrás de la cabeza y mirando hacia el sol

La deficiencia de vitamina D es un problema de salud pública de primer orden y puede ser una de las causas de dependencia.

¿Dónde se encuentra la vitamina D?

La vitamina D se encuentra en los pescados grasos, huevos, leche fortificada (en España todavía de consumo escaso) y aceite de hígado de bacalao. Pero también se puede sintetizar en la piel por la acción de los rayos ultravioleta del sol. 10-15 minutos de exposición solar al día son suficientes para evitar deficiencias.

Factores relacionados con la carencia de vitamina D

Desgraciadamente, alrededor del 36% de los adultos jóvenes, por lo demás completamente sanos, y hasta el 57%  de los pacientes de medicina general presentan deficiencias de esta vitamina, incluso en nuestro soleado país, sobre todo en invierno y en las personas de edad con osteoporosis.

A ello contribuyen ciertos factores como la falta de exposición a la luz solar en los meses de invierno o como el uso de un factor de protección solar muy elevado o como la disminución de la síntesis cutánea debida a la edad o las dietas bajas en vitamina D (bajas en grasa, con pocos huevos, por el colesterol), etc.

La vitamina del sol es beneficiosa para huesos

La vitamina D favorece la absorción del calcio, lo que contribuye a mantener normales los niveles de calcio y fósforo en la sangre y ayuda a formar y mantener huesos fuertes. Sin embargo, la deficiencia leve de vitamina D impide que los niños logren un buen pico de masa ósea y en los adultos contribuye y acelera la osteoporosis. La osteoporosis es causa de fracturas óseas que favorecen la situación de dependencia.

Otros beneficios de la vitamina D

En los últimos años los avances científicos nos han permitido conocer que esta vitamina tiene otras importantes funciones más allá de su relación con los huesos fuertes. Por ejemplo, también es importante para que los músculos funcionen adecuadamente y algunos estudios sugieren que puede ayudar a prevenir la diabetes mellitus, la hipertensión y muchos cánceres frecuentes.

Se ha demostrado que el cerebro, la próstata, la mama, el colon y las células inmunológicas, responsables de la defensa frente a las infecciones, tienen receptores para esta vitamina. Es más, la vitamina D controla más de 200 genes responsables de regular la proliferación y diferenciación celular y la apoptosis, mecanismos estos involucrados en la defensa frente a los tumores.

La vitamina D interviene también en la función imunológica gracias a loa síntesis de una sustancia que es capaz de destruir el bacilo de la tuberculosis. Quizás ésta debe ser la razón por la que, antes de la era antibiótica, a los pacientes con tuberculosis se les exponía al sol.

Cuando las cifras de vitamina D en sangre son bajas, la respuesta inmunológica está alterada y hay una mayor incidencia de infecciones respiratorias.

También los niveles bajos de esta vitamina en sangre tienen relación con enfermedades autoinmunes y estudios epidemiológicos demuestran un mayor riesgo de esclerosis múltiple cuando se produce esta carencia.

Asimismo, un nivel bajo de vitamina D es predictivo de resistencia a la insulina y diabetes durante los 10 años de seguimiento. Es posible que la  creciente incidencia de diabetes en la población sea debida, al menos en parte, además de a la obesidad y el sedentarismo, a la deficiencia de vitamina D.

Muy importante es el efecto en la función muscular, sobre todo en ancianos. El nivel de vitamina D se asocia  positivamente con la fuerza  muscular e inversamente con el riesgo de caídas, que a su vez son causa de fracturas osteoporóticas. Es más, la suplementación con vitamina D  mejora la función muscular. En algunas mujeres la deficiencia de esta vitamina produce  cansancio y síntomas que pueden interpretarse como  fibromialgia o síndrome de fatiga crónica.

Se ha evaluado la actividad anti-cáncer de la vitamina D en animales y en líneas celulares durante años. Hay evidencias epidemiológicas que apoyan el papel  de la  vitamina D para la prevención de ciertos cánceres frecuentes, sobre todo de mama, colon, estómago y próstata. Hasta el punto de que hay una menor mortalidad prematura por cáncer en los países con más radiación ultravioleta. Evidentemente,  los cánceres de piel son más frecuentes con mayor exposición solar y también el de cerebro. Por ejemplo, en un estudio con 85.000 enfermeras americanas, seguidas durante 15 años, los altos niveles en sangre de vitamina D se asociaban con un menor riesgo de cáncer de mama.

Conclusión

Sería entonces muy deseable para todos aumentar el nivel de vitamina D, bien mediante alimentos, medicamentos o con exposición solar, unos 10 minutos al día, pero con cuidado para evitar los cánceres cutáneos.