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El linfoma es un tipo de cáncer que se produce en la sangre, en concreto, en el sistema linfático afectando a los linfocitos. Esos linfocitos son células de carácter inmunológico que se encuentran en la sangre y en los ganglios linfáticos.

Cuando aparece el linfoma los linfocitos crecen sin control y se producen tumores en esos ganglios.

La doctora Anna Sureda, especialista en Hematología Blood Cell Barcelona Hematology Institute y miembro de Top Doctors, afirma que “los linfomas son enfermedades malignas, que se producen a causa del crecimiento descontrolado de un determinado tipo de linfocitos. Los linfocitos son células que, normalmente, están en los ganglios linfáticos, pero también están en otros órganos, como el hígado, el bazo, la médula ósea, órganos que en condiciones normales tienen tejido linfático”.

Desde la Sociedad Española de Medicina Interna indican que “a los linfomas también se les llama tumores sólidos hematológicos para diferenciarlos de las leucemias”.

Causas

En la mayoría no existe una causa concreta. Pero debido a cambios o mutaciones en su organismo se desarrolla este tipo de cáncer.

Imagen tubos de ensayo

Si existen, sin embargo, factores que pueden propiciar la aparición del linfoma:

  • Personas expuestas a radiación, ya sea por el trabajo o por haber estado en un accidente nuclear.
  • Personas que han pasado por tratamientos de inmunosupresión o con sistema inmunológico deprimido. Ejemplo, personas con VIH.
  • La exposición a virus también puede producir el linfoma.

La doctora Sureda, especialista en Hematología y Hemoterapia, confirma en su explicación que hoy día las causas son desconocidas “en los linfomas, por causas que realmente no se conocen en el momento actual, se produce un crecimiento desordenado y no regulado de estos linfocitos. Estos linfocitos aumentan el número y hacen crecer el tamaño de los ganglios linfáticos, que se vuelven palpables y, en ocasiones, dolorosos”.

En conclusión “no hay causas externas muy bien definidas que tengan un impacto claro en el desarrollo de un linfoma. A diferencia de otros tumores, no hay causas externas relacionadas por ejemplo con la alimentación, con la bebida o con el tabaco, que favorezcan el desarrollo de linfomas. Sí que es verdad que algunas infecciones víricas están más relacionadas con algún tipo de linfoma determinado. También hay linfomas que tienen alteraciones moleculares y genéticas características, pero a diferencia de otras neoplasias, no hay factores desencadenantes que estén bien establecidos”.

Síntomas

A veces el primer síntoma es la inflamación de los ganglios de forma anormal por la aparición de tumores en el sistema linfático.

Los ganglios se encuentran en el cuello, axilas o las ingles.

También puede haber infiltración en el hígado, sistema nervioso o la médula ósea, provocado por la aparición de este tipo de tumor.

Si aparece en la médula ósea puede producir anemias.

Al afectar al hígado se pueden desarrollar alteraciones del hígado.

“Todos tenemos ganglios linfáticos, pero a simple vista no se ven y tampoco se ven en las exploraciones mediante las técnicas de imagen que utilizamos habitualmente. Sin embargo, en los pacientes con linfomas, el paciente suele acudir al médico, porque se nota algún bulto a nivel del cuello, a nivel supraclavicular, etc. Y al final, el resultado de la biopsia de este bulto, que es un ganglio linfático aumentado de tamaño, es un linfoma”, indica la doctora Sureda.

Las personas con linfoma destacan que presentan estos signos indicativos:

  • Cansancio.
  • Sudores nocturnos.
  • Pérdida de peso en poco tiempo.
  • Fiebre de más de 38 grados y sin infección detectada.

Además, la doctora añade que el linfoma puede aparecer en cualquier órgano con tejido linfoide, ya sean ganglios periféricos u otros órganos como el hígado o el bazo. En última instancia también puede “afectar la médula ósea y, a veces, se puede ver expresión a nivel de sangre periférica”.

En ocasiones “el paciente va al médico, porque presenta un cuadro de decaimiento general, astenia, pérdida de peso significativa no relacionada con la dieta o el ejercicio, pérdida de apetito, fiebre sobre todo vespertina sin causa infecciosa determinada, sudores nocturnos”, todos esos síntomas, según la especialista, pueden indicar la aparición del linfoma, pero para verificarlo hay que realizar las pruebas y estudio correspondientes.

Tipos

“Hay muchos tipos de linfomas diferentes. Esto es debido a que, en condiciones normales, hay muchos tipos de linfocitos diferentes, de manera que el crecimiento anormal y fuera de control de cada uno de estos tipos de linfocitos acaba dando lugar a un linfoma diferente. A grandes rasgos, los linfomas se pueden dividir en: los linfomas de Hodgkin y los linfomas no Hodgkin. El linfoma de Hodgkin representa aproximadamente el 25-30% de todos los linfomas. Y el linfoma no Hodgkin representa aproximadamente un 70-75% de todos los linfomas”, explica la doctora Sureda, investigadora principal y colaboradora en diversos estudios sobre esta patología.

La doctora nos indica que a su vez hay más subtipos dentro de los linfomas no Hodgkin y dentro de estos diversos grupos más:

  • Linfomas no Hodgkin B , que son los más frecuentes y que se producen por un crecimiento desordenado de linfocitos B.
    • Linfomas indolentes. Por ejemplo, el linfoma folicular, que suele ser crónico y menos agresivos)
    • Agresivos. El más frecuente es linfoma difuso de células grandes B. La doctora nos indica que requieren tratamiento urgente y cuyo pronóstico es bueno si se tratan de forma temprana.
  • Linfomas no Hodgkin T, que son los menos frecuentes y se producen por un crecimiento desordenado de los linfocitos T.

Prevalencia

El Grupo Oncológico para el Tratamiento y Estudio de los Linfomas afirma que los casos de Linfoma Hodgkin y Linfoma No Hodgkin están aumentando un 7% desde el año 2012.

Hoy día el reto está en poder identificar y si es posible predecir factores que inciden en el desarrollo de la patología para poder dar diagnósticos más concretos y mejorar las terapias de tratamiento. Para ello este grupo considera necesario que se amplíe el número de plantilla y especialistas trabajando en investigación, diagnóstico y tratamientos.

En cuanto a estadísticas la SEMI, Sociedad Española de Medicina Interna, afirma que hay más de un millón de personas en todo el mundo con linfoma. En la actualidad 5 de cada 100 tipos de cáncer en Estados Unidos son linfomas. Y de estos un 1% son Hodgkin.

En España la prevalencia está alrededor de tres nuevos casos por 100.000 habitantes cada año.

La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) explica en su página web que de los dos subtipos más conocidos de linfoma son los Linfomas No Hodgkin el tipo más frecuente.

En concreto, AECC hace referencia a datos de Globocan, donde muestran que solo en 2018 se dieron alrededor de más de medio millón de nuevos casos en todo el mundo.

Sobre este tipo de linfoma, la Sociedad Española de Oncología Médica especifica que la incidencia es levemente mayor en varones, con 12,3 casos por cada 100.000 varones al año y 10,8 en el caso de las mujeres.

La media de nuevos diagnósticos de forma anual es en torno a 3.100 casos nuevos al año en hombres y 2.400 en mujeres en España.

Diagnóstico

El diagnóstico temprano es importante en esta y otras patologías que evolucionan y presentan malignidad. Para detectar y tratar el linfoma los encargados serán varios profesionales como hematólogos, oncólogos y oncólogos radiólogos.

Ante un diagnóstico de linfoma también puede ser necesario el apoyo de terapeutas profesionales, psicólogos o psiquiatras, que puedan ayudar a afrontar mejor este diagnóstico y llevar adelante el tratamiento.

En algunos casos, dependiendo los casos personales de cada paciente, también puede requerir la atención de fisioterapeutas y rehabilitadores.

Pruebas

¿Qué pruebas se realizan para detectarlo?

La doctora Anna Sureda, especialista en Hematología y Hemoterapia, con más de 30 años de experiencia y miembro de TopDoctors, nos indica que “el diagnóstico de linfoma se debe realizar, si es posible, a través de una biopsia de un ganglio linfático. Las biopsias, en ocasiones, son muy sencillas si el paciente tiene un ganglio linfático que es palpable, que lo tiene a nivel periférico, por ejemplo, a nivel cervical, a nivel de una axila, a nivel de una ingle. En otras ocasiones, el diagnóstico es más difícil, porque no existen ganglios linfáticos palpables y, entonces, hay que hacer un tipo de estrategia de diagnóstico algo más agresiva para conseguir material suficiente para hacer el diagnóstico”.

Otra opción, “si no se realiza una biopsia, se puede realizar una punción con una aguja gruesa que saca un cilindro de ganglio linfático, y puede ser suficiente”, explica la especialista.

¿Por qué no se realiza la punción con aguja fina como en otros tumores? La doctora Sureda nos indica que la punción aspiración con aguja fina es una técnica diagnóstica usada para tumores sólidos, pero que no es válida en los linfomas. Por eso debe realizarse con aguja gruesa.

“La biopsia de ganglio linfático nos da el diagnóstico, pero después hay que realizar un estudio de extensión, que consiste en una exploración física, una anamnesis, una analítica completa de sangre para ver un hemograma (viendo si el paciente tiene anemia, cómo está de plaquetas y de leucocitos, viendo la velocidad de sedimentación) y después también una bioquímica completa para ver la función renal, función hepática, iones, etc.”.

La doctora detalla en qué consiste este estudio de extensión en la mayor parte de los pacientes con linfoma:

  • Realizar un TAC para ver si hay ganglios linfáticos en diferentes territorios aumentados de tamaño o algún órgano linfoide aumentado de tamaño
  • Hacer un PET, prueba complementaria al TAC. Con esta prueba se inyecta contraste y se puede ver si los ganglios que se muestran inflamados en el paciente lo captan o no.

“El contraste, es captado básicamente por estos ganglios que son patológicos”, así el especialista puede ver si los ganglios que están aumentados de tamaño captan o no el contraste del PET, expone.

Resumiendo, estas serían las pruebas que el especialista puede recomendar para el diagnóstico:

  • Biopsia.
  • Punción con aguja gruesa.
  • Estudio de extensión:
    • Exploración física.
    • Revisión del historial médico y familiar.
    • Analítica de sangre (hemograma y bioquímica general)
  • TAC (tomografía axial computarizada) que se realiza a modo de escáner.
  • PET (tomografía por emisión de positrones) que también es una técnica parecida con escáner, pero con contraste.

La Sociedad Española de Oncología Médica añade que en ocasiones se pueden requerir también otras pruebas como biopsia de médula ósea o radiografía simple de tórax, donde se pueden detectar masas o nódulos que se hayan creado.

Tratamiento

El tratamiento variará según en la etapa en la que se encuentre el linfoma.

Por lo general, los especialistas optan por dar quimioterapia y/o radioterapia, y no suele requerirse procesos quirúrgicos. “En pocas ocasiones, la cirugía es un tratamiento definitivo. De hecho, aunque en casos muy excepcionales se puede considerar la cirugía, es lo menos frecuente”, explica Anna Sureda.

La doctora nos explica detalladamente en qué puede consistir este tratamiento para tratar el linfoma.

“El tratamiento del linfoma está basado, en la mayor parte de los casos, en la quimioterapia. En ocasiones, se puede asociar también a radioterapia, en función del tipo de linfoma y/o la localización. La quimioterapia, se asocia en ocasiones dentro del tratamiento de primera línea. Por ejemplo, para aquellos linfomas cuyas células malignas expresan el antígeno anti-CD20, se ha demostrado que la asociación o combinación de quimioterapia con anticuerpos monoclonales anti-CD20 con Rituximab mejora significativamente los resultados del tratamiento de primera línea”.

Aunque en otras ocasiones, también se recomienda el uso de quimioterapia en dosis altas con trasplante de progenitores hematopoyéticos autólogo o alogénico.

La doctora Sureda nos aclara que en la actualidad y gracias a los avances en investigación han aparecido “muchos nuevos fármacos, algunos de los cuales ya están aprobados en nuestro país, fuera de los ensayos clínicos, que han permitido mejorar los resultados de la quimioterapia convencional o bien que se utilizan en situaciones dónde la quimioterapia convencional tiene peores resultados”.

La buena noticia es que “Los linfomas son enfermedades que son curables y algunos de ellos son curables con el tratamiento de primera línea”, con quimioterapia. Aunque claro está, dependerá del tipo de linfoma y estadio en el que se encuentra.

En base a su dilatada experiencia y su trabajo como investigadora la doctora aclara que uno de los linfomas que alcanzan mejores pronósticos con el tratamiento de quimioterapia es el linfoma de Hodgkin, “en el que se pueden alcanzar tasas de curaciones de un 70-90%”. Por supuesto, también pasa con otros linfomas no Hodgkin, que pueden curarse con esta terapia.

Los expertos saben que, si el paciente no responde al tratamiento o hay una recaída, cuentan con lo que llaman “estrategias de segunda línea o estrategias de rescate”, que pueden permitir la curación.

Investigación

Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos en los últimos años se han realizado diversos estudios sobre tratamientos y medicación para tratar el linfoma, que ha supuesto un avance para las personas con esta patología, también se ha comprobado que la estimulación del sistema inmunitario puede reducir los linfomas de crecimiento más lento.

imagen de científicos trabajando en el laboratorio

Consejos de prevención

Como nos ha comentado anteriormente, “no son unas enfermedades que tengan una causa externa, una causa medioambiental o que estén relacionados con los modos de vida, a diferencia de otras neoplasias sólidas. Y, por lo tanto, no se pueden prevenir”.

En otros tipos de cáncer o tumores existe la posibilidad de realizar estudios a familiares, y así conocer las probabilidades que tiene una persona de desarrollarlo. En el caso de los linfomas no ocurre así.

Desde la Sociedad Española de Medicina Interna, el grupo de Educación en Salud para la Ciudadanía, informan que es importante estar siempre atentos a las señales que pueden indicar que algo no va bien en el organismo, para buscar lo antes posible un diagnóstico clínico.

Entre estas señales se puede encontrar una bajada de peso excesiva sin causa aparente, fiebre de más de 38 grados durante más de 15 días, notar los ganglios más grandes de lo normal o los sudores nocturnos.

Aunque no haya una forma exacta de prevención, si se lleva unos hábitos de vida saludables y se evitan otras patologías o comorbilidades, si una persona tiene que someterse a un tratamiento de quimioterapia, radioterapia o inmunológico, para combatir el linfoma, una vida sana es siempre una buena combinación.

Envejecimiento saludable

Aunque el paso de la edad añade un factor de predisposición a poder desarrollar un linfoma u otros tipos de tumor, sin embargo, en el caso del linfoma dependería del tipo de éste.

La Fundación Colombiana de Leucemia y Linfoma explica en una de sus guías que el linfoma de células de manto parece ser más común en mayores de 60 años.

La doctora Anna Sureda experta en linfoma, leucemia, trasplante de médula ósea, mieloma múltiple y enfermedad de Hodgkin, entre otros, comparte unos consejos para adultos mayores que sean diagnosticados de linfoma.

En primer lugar, nos recuerda que “en cualquier caso, hay que tener en cuenta que los linfomas son enfermedades graves que, eventualmente, pueden impactar significativamente en la supervivencia global del paciente si no responden al tratamiento administrado”.

Sobre los tipos de linfoma, nos explica que en el linfoma de Hodgkin existen dos picos de incidencia. “El primer pico afecta a personas jóvenes con una mediana de edad de entre 25-30 años y el segundo pico de incidencia afecta a personas más mayores con una mediana de edad de entre 60-65 años”.

De esta forma, estén en un rango de edad u otro, habrá que modificar el tratamiento de primera línea y los tratamientos de rescate.

Declara que la edad del paciente es importante a la hora de elegir esos tratamientos. “En pacientes mayores no se pueden administrar todos los tratamientos y entonces, el tratamiento se debe ajustar un poco a la edad del paciente que no es solamente la edad numérica, sino la edad biológica, que en muchas ocasiones es más importante que la numérica”, señala.

“Puede haber pacientes mayores con un buen estado sin comorbilidades significativas. Sin embargo, puede haber pacientes que no son tan mayores, pero que tienen más comorbilidades o enfermedades concomitantes y esto nos puede llevar a modificar el tratamiento de primera línea”, aclara Anna Sureda, quien nos informa así, que la edad “oficial” a veces no es tan importante, y que lo que realmente se prioriza es el estado general de esa persona. Si tiene o no otras patologías o tratamientos, si se cuida, si es activa o sedentaria, si tiene unos hábitos de vida saludables, todo eso incidirá finalmente en el pronóstico de curación del linfoma.

En cualquier caso, las recomendaciones para afrontar el linfoma a cualquier edad pasan por buscar apoyo de familia o amigos, seguir las indicaciones del especialista y en resumen, intentar llevar una vida saludable.

Publicaciones, documentos técnicos y websites con información

Contactos de interés

¿Qué es el linfoma?

El linfoma es un tipo de cáncer que se produce en la sangre, en concreto, en el sistema linfático afectando a los linfocitos.

La doctora Anna Sureda, especialista en Hematología Blood Cell Barcelona Hematology Institute y miembro de Top Doctors, afirma que “los linfomas son enfermedades malignas, que se producen a causa del crecimiento descontrolado de un determinado tipo de linfocitos".

¿Por qué se produce el linfoma?

En la mayoría no existe una causa concreta. Pero debido a cambios o mutaciones en su organismo se desarrolla este tipo de cáncer.

Si existen, sin embargo, factores que pueden propiciar la aparición del linfoma:

  • Personas expuestas a radiación, ya sea por el trabajo o por haber estado en un accidente nuclear.
  • Personas que han pasado por tratamientos de inmunosupresión o con sistema inmunológico deprimido. Ejemplo, personas con VIH.
  • La exposición a virus también puede producir el linfoma.

¿Se puede prevenir el linfoma?

La hematóloga Anna Sureda afirma que “en la mayoría de los casos, los linfomas no se pueden prevenir. No son unas enfermedades que tengan una causa externa, una causa medioambiental o que estén relacionados con los modos de vida, a diferencia de otras neoplasias sólidas. Y, por lo tanto, no se pueden prevenir”.

¿Se puede curar el linfoma?

La especialista en linfoma Anna Sureda afirma que "los linfomas son enfermedades que son curables y algunos de ellos son curables con el tratamiento de primera línea”, con quimioterapia. Aunque claro está, dependerá del tipo de linfoma y estadio en el que se encuentra.

En base a su dilatada experiencia y su trabajo como investigadora la doctora aclara que uno de los linfomas que alcanzan mejores pronósticos con el tratamiento de quimioterapia es el linfoma de Hodgkin, “en el que se pueden alcanzar tasas de curaciones de un 70-90%”. Por supuesto, también pasa con otros linfomas no Hodgkin, que pueden curarse con esta terapia.

¿Qué tratamiento es el aconsejado para las personas con linfoma?

Los tratamientos podrán ser a base de quimioterapia, radioterapia o terapias inmunológicas.

El especialista podrá indicar uno o varios combinados según el perfil de cada paciente.

¿Qué síntomas tiene una persona con linfoma?

A veces el primer síntoma es la inflamación de los ganglios de forma anormal por la aparición de tumores en el sistema linfático.

Los ganglios se encuentran en el cuello, axilas o las ingles.

Las personas con linfoma destacan que presentan estos signos indicativos:

  • Cansancio.
  • Sudores nocturnos.
  • Pérdida de peso en poco tiempo.
  • Fiebre de más de 38 grados y sin infección detectada.
  • Anamnesis. El especialista realiza este proceso para poder hacer una evaluación clínica del paciente, con su historial médico y factores de su entorno.
  • Astenia. Cansancio que puede estar provocado por diferentes motivos o patologías.
  • Biopsia. Prueba que consiste en extraer y analizar tejido del organismo.
  • Hematólogo. Especialista que se encarga del estudio de la sangre.
  • Hematopoyético. Es un tejido que se encarga de producir las células de la sangre. Se encuentra en diferentes partes del organismo.
  • Hemograma. Es un análisis de sangre muy completo que mide diferentes factores y valores.
  • Leucocitos. Son elementos que están en la sangre y que defienden al organismo de bacterias o infecciones.
  • Linfocitos. Son células que forman parte del sistema inmunitario.
  • Neoplasias. Se define así a los tejidos que crecen de forma anormal creando tejidos tumorales.
  • Sistema linfático. Este sistema se encarga de llevar la linfa y los glóbulos blancos por el organismo. La linfa es el líquido que está entre las células y tiene proteínas y grasas.