El movimiento es esencial para la salud de la persona en situación de dependencia, y los cambios posturales son la principal medida preventiva cuando nuestro familiar no puede valerse por sí mismo; hay que tener en cuenta que la piel de las personas mayores, en el caso de que sea mayor, es extremadamente frágil.
La inmovilidad en las personas en situación de dependencia es la disminución de la capacidad para desempeñar Actividades Básicas de la Vida diaria como consecuencia del deterioro de las funciones motoras. Esta situación afecta de manera traumática a la autonomía e independencia del individuo.
Así, la inmovilidad produce dependencia familiar y compromete seriamente la calidad de vida tanto del paciente como del cuidador.
En la persona en situación de dependencia, la inmovilidad provoca un aumento del riesgo de desarrollar complicaciones tromboembólicas, problemas urinarios y estreñimiento, la aparición de ulceras por presión o escaras, heridas crónicas, etc. De ahí la importancia de la correcta movilización por parte del cuidador para favorecer una buena circulación sanguínea, sobre todo si la persona permanece en cama o sentada de forma periódica y programada.
Hay que diferenciar entre una movilización (cambiar la posición de una persona sobre la misma superficie) y una transferencia (movimiento que se realiza de una superficie a otra). Ésta última conlleva más riesgo en su ejecución, ya que implica un cambio de plano, por ejemplo, de la cama a la silla de ruedas, de la silla de ruedas al sofá, de la silla de ruedas al baño...
Por esta razón, y para no producirnos ninguna lesión, a la hora de mover a nuestro familiar es fundamental seguir una serie de pautas, ya que está en juego no sólo la salud de la persona en situación de dependencia sino también la del propio cuidador.
Consejos prácticos
- Mantener la espalda recta.
- Flexionar las piernas. Esto ayuda a mantener recta la columna vertebral.
- Separar los pies. Poner uno de ellos en la dirección del movimiento que realizaremos con la persona dependiente.
- Agarrar al paciente por los hombros, codos, cadera y tobillos.
- Crear un contrapeso con nuestro propio cuerpo.
- Utilizar productos de apoyo (camas articuladas, colchones antiescaras, almohadas y cojines, anillos o flotadores...).