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Los días son cada vez más largos y tenemos más horas de luz. Se acerca el verano, probablemente la estación más deseada por la mayoría de la gente. Decimos “hola” al “buen tiempo”, aunque esto podría ser una falacia teniendo en cuenta la crisis climática, y, en el mejor de los casos, llegan los días del merecido descanso vacacional.

Verano, vacaciones y reencuentro familiar pudiera ser una combinación que impresiona ser cuasi-perfecta, pero no siempre para todas las personas es así. A veces las condiciones de vida, de salud, sociales, económicas… lejos de facilitar, nublan el panorama y, metafóricamente hablando, las personas pueden sentirse atrapadas en una tormenta. Esto ocurre, sin lugar a dudas, en aquellas personas que conviven con ansiedad, ánimo bajo o en el peor de los casos depresión.

Hola Mireya, te veo bien. ¡Cuánto tiempo! Estarás preparando ya tus vacaciones en el apartamento de la playa como todos los años, ¿verdad?
Puff, pues no sé, sí claro… como todos los años, nada especial. Lo de siempre.
¡Anda ya! Con lo bien que estáis allí… todo un mes por delante y con tu familia, ¿qué más puedes pedir?
Ya ves… pues eso… yo no me veo en la playa, si por mi fuera, en casa me quedaba… No me apetece ni lo más mínimo…

Esta conversación podría reflejar una situación más común de lo que aparentemente pensamos. El sufrimiento emocional en todas sus facetas puede condicionar drásticamente la vida de las personas y el bienestar familiar. La ansiedad y la depresión cuando llegan interfieren sustancialmente en las actividades cotidianas y pueden arruinar hasta los momentos que podrían ser considerados más deseados.

La aparición de temores más o menos justificados, y de intensidad variable, con capacidad de alterar el equilibrio emocional, así como la llegada de la apatía, sensaciones de desvitalización, pérdida de interés y motivación, dificultad para disfrutar de lo que anteriormente era apasionante e incluso la desesperanza y la pérdida de proyecto vital, son experiencias tan intensamente desagradables que en muchos casos desbordan la capacidad de afrontamiento, bloquean, desorganizan, desestabilizan… entristecen y angustian.

Vivir con ansiedad, con depresión, o con ambas, se convierte en una pesadilla que puede ser incluso peor asimilada y aceptada si el mundo parece estar en una felicidad amplificada, en la felicidad de lo que parece ocurrir en verano, en vacaciones y con la familia…

Cada persona, cada familia, una experiencia diferente, ninguna fácil. Las causas, los factores que predisponen el malestar son tan diferentes, la evolución de estos procesos puede ser tan diversa que impactan en la calidad de vida y en los proyectos vitales de manera muy particular. 

Los apoyos también son muy personales, en ocasiones no llegan o son insuficientes. Puede ser muy posible que ni siquiera los más cercanos, nuestra familia y amigos, puedan entender nuestra vivencia y su intensidad. La vida parece girar en un sentido y puede que no avances, lo hagas a un ritmo lento y desacompasado o quieras girar en sentido contrario. 

¿Y entonces qué? ¿Qué hacemos si estamos viviendo atrapados en esta situación y con estas dificultades en nuestro día a día o nos sentimos identificadas/os con estos malestares? 

En primer lugar, ser amables con nosotros mismos, tenemos bastante sufrimiento como para abrazar la culpa y cargar con esta piedra nada deseada. Las personas tenemos derecho a experimentar estos malestares y ni nosotros mismos ni otras personas han de culparnos por ello. Es lógico que pasemos por momentos en los cuales nos cuesta regular nuestras emociones, conseguir serenidad y mantener el ánimo lo suficientemente vital. 

Darnos cuenta de que esta situación entra dentro de lo natural, pero no es la más favorable hará que podamos pensar en cómo afrontarla. Acepta lo que estás viviendo y si lo necesitas, porque estés al límite, da el paso, más pronto que tarde, no lo dudes, pide ayuda a los que tienes cerca e incluso a un profesional.

Recuerda, las enfermeras están para ti, pueden ayudarte. En una crisis es vital. Si tú o alguien que tú conoces está desbordada/o, busca ayuda profesional y, si lo necesitas, utiliza el 024 (sin lugar a dudas ante la idea de suicidio hay salida).

Como os podéis imaginar ni las recetas mágicas, ni las fórmulas milagrosas, existen… pero con lo que sí que contamos es con una serie de consejos o propuestas:

  • Expresa lo que sientes, comparte tus emociones y preocupaciones. Evita reprimirlas, te atascarán.
  • Has de ocuparte, no preocuparte. Quizás te pueda venir bien hacer un planning.
  • Ordena tus prioridades, relativiza las obligaciones. En vacaciones, disfruta, por supuesto, del placer de no hacer nada.
  • Cuida la alimentación, hidrátate y consume fruta y verdura sobre todo en esta época. 
  • “Men sana in corpore sano”. Haz ejercicio físico, pero empieza poco a poco… verás como pronto te vas a sentir mucho mejor.
  • Cuida tu imagen, tu higiene corporal. Una buena ducha es reconstituyente.
  • Limita el exceso de información, aprende a desconectar (haz un paréntesis con el teléfono móvil y cualquier otro medio que te obligue constantemente a estar conectad@). 
  • La relajación puede ser tu gran aliada, disfrútala. 
  • El alcohol y otras drogas no eliminan los problemas, incluso pueden complicarlos.
  • Cuida el sueño y el día se te hará menos cuesta arriba. 
  • Bloquea pensamientos negativos y utiliza el humor, te ayudará a descargar tensiones y ver la vida con otros ojos.
  • Cuida la convivencia con tus seres queridos. Comparte momentos.
  • Socializa, contacta con la gente, aunque sean pocos pueden ser un gran apoyo.
  • Pon límites y aprende a decir “no” si consideras que no te beneficia y sientes un exceso de presión. Eso sí, prueba a decir “sí” si te recomiendan algo para hacer frente a tu malestar… quizá te ayude a encontrar una salida a tus problemas.
  • Escucha música que te ayude a mantener un buen estado de ánimo. Elige canciones que despierten tu vitalidad.
  • Date un capricho de vez en cuando. 
  • Conecta con la naturaleza, pasea.
  • Prueba a hacer algo de lo que antes considerabas divertido.

Por cierto, no caigas en la trampa, ni lo que la gente cuenta, ni lo que aparece en redes es siempre tan maravilloso. La vida, en verano, en vacaciones, en familia puede ofrecer una oportunidad para salir de una situación complicada, ¡aprovéchala si es el caso! 

Si por la razón que sea duele, analiza y busca soluciones. Intenta no encerrarte en ti misma/o, vence el círculo vicioso de la apatía, ponte en marcha, no te aísles y revisa qué puedes hacer para cuidar tu salud mental.

¡Vivir con más serenidad y mejor ánimo es posible! ¡Ojalá nuestras palabras sirvan para ayudarte!

Montserrat García Sastre y Julián Carretero Román
Enfermer@s especialistas en Salud Mental. 
Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (AEESME)
Cátedra Francisco Ventosa AEESME / Universidad de Alcalá
 

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