Qué desamparados se sienten algunos padres cuando ven que el desarrollo de sus hijos no va por las vías adecuadas y nadie les escucha.
Durante mis años de carrera en la Atención Temprana, me he encontrado, igual que muchas compañeras de profesión y más veces de las que hubiese deseado, madres desesperadas que, al notar ciertos indicios en sus hijos que les hacen sospechar que ocurre algo diferente en su desarrollo, lo han comunicado, preocupadas, en el ámbito escolar y en el médico y han recibido respuestas presuntamente tranquilizadoras del tipo: ”todo está bien”, “es que eres primeriza”, o “le miras demasiado”…
Desde mi posición de terapeuta, considero que quien más conoce al niño son los padres, muchos de ellos sin tener conocimientos sobre las etapas del desarrollo, son capaces de intuir que algo pasa... La falta de atención a su preocupación por otros profesionales a esa intuición que los transmiten hace que se sientan solos y frustrados, de ahí la desesperación por la falta de ayuda. En muchos casos, incluso culpabilizados, porque se da “la vuelta a la tortilla” y las explicaciones que reciben focalizan en la educación que dan a sus hijos el problema de los mismos, esto ocurre, sobre todo, en casos de TDAH cuando aún no hay un diagnóstico: “es que tienes que poner más límites”, “es un niño caprichoso”...
Creo, y en mi caso así es, que quienes nos dedicamos a la infancia lo hacemos de manera vocacional, por lo que debemos tener cuidado con los pasos que seguimos en la atención a los peques, ya que podemos hacer mucho daño tanto a las familias, como a los propios niños al ignorar, o no detenernos a escuchar, las preocupaciones de esos padres que nos van a dar pistas sobre aspectos que quizás no vemos y nos conduzcan a investigar si es realmente un problema que tiene el propio niño. Y esto es muy importante, ya que la detección temprana de cualquier patología o déficit del desarrollo en los menores, es crucial para comenzar con las ayudas pertinentes y así poder alcanzar un buen desarrollo evolutivo de los mismos, siempre teniendo en cuenta las capacidades de cada caso.
Parto de la base que este tipo de casos son los menos, ya que hay grandes profesionales trabajando por y para la infancia, aun así, lanzo un mensaje para promover la escucha activa y la colaboración entre padres y profesionales en el cuidado de los pequeños, porque no olvidemos que con la familia pasan mucho más tiempo.
“Tengamos en cuenta a los padres, su visión o su opinión, ya que, aunque en ocasiones no tengan razón y el niño no tenga nada, no se aprecie ningún déficit en su desarrollo o posibilidades de padecerlo, nos están transmitiendo su angustia y quizás con sólo escucharlos, darles pautas, hacerles sentir que están acompañados... minimicemos su angustia y sea suficiente para ellos”.
Ana Ortega Rico. Psicóloga Colegiada nº 34172.
Especialista en Atención Temprana. Psicomotricista.
Asociación Cuenta Conmigo Ayuda a padres y niños.
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