Cuidarse para poder cuidar
Actualmente es cada vez más normal encontrarnos con familias en la que uno de los miembros ejerce de cuidador no profesional de un familiar directo, ya sea por las largas listas de espera que nos encontramos para acceder a residencias y/o centros de día (en el caso de nuestros mayores) o por un déficit en el desarrollo de uno de nuestros hijos.
Hoy me quiero centrar en el caso de que seamos cuidador no profesional de nuestros padres, los cuales se encuentran en situación de dependencia.
En mi trabajo me encuentro, cada vez con más frecuencia, con este caso, el cual va ligado a que los cuidadores no profesionales tienen que hacer malabares entre este trabajo y el suyo oficial, ya que como ellos dicen: “tengo que comer”. Esta situación, además del hecho de ver que dichos cuidados se prolongan en el tiempo, llevan al cuidador a manifestar ansiedad, depresión… muchas veces ligadas al hecho de que suspenden sus planes y aficiones para dedicarse a estas dos actividades en exclusiva, dejando de lado también muchos de los roles que componen nuestra personalidad.
Por eso es importante que el cuidador aprenda a cuidarse, para con ello suprimir dichas manifestaciones y mejorar su bienestar físico, emocional y social, además de establecer relaciones de ayuda satisfactorias y recíprocas entre el cuidador y el cuidado.
Para que dicha relación sea satisfactoria para ambos es importante:
- Buena comunicación entre ambos y con el resto de personas que compongan el núcleo familiar.
- Incentivar la autonomía de la persona dependiente: “todo lo que pueda hacer por sí misma, que continúe haciéndolo”, es decir, estimular de forma constante a la persona para intentar preservar cuantas más capacidades, mejor.
- Dar lugar al ocio tanto conjunto, como individual de ambos mediante unidades de respiro familiar, de ocio para la discapacidad…
- Legitimizar las emociones que nos produce la situación y no culpabilizarnos por ellas, poder expresarlas libremente sin sufrir malestar emocional.
- Saber delegar en otras personas para poder así llevar a cabo aficiones que nos motiven y nos produzcan bienestar psicológico, además de ayudarnos a “coger fuerzas” para poder retomar dichos cuidados.
Todos queremos que nuestros familiares y allegados tengan lo mejor cuando se encuentran en situación de dependencia, olvidándonos incluso de nosotros mismos. En mis sesiones siempre recuerdo:
“Para poder dar los mejor de nosotros debemos mirar por nosotros, cuidarnos para poder cuidar".
Ana Ortega Rico. Psicóloga Colegiada nº 34172.
Especialista en Atención Temprana. Psicomotricista.
Asociación Cuenta Conmigo Ayuda a padres y niños.
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