Voluntad es una palabra positiva. Solo hay que leer la definición de la RAE para verlo. Nace de la libertad de decisión, del ánimo, de la propia elección. Incluso, en su sexta acepción, habla de amor, cariño, afición, benevolencia o afecto. Cualquiera que haya sido voluntario en algún aspecto de su vida lo sabe. El voluntariado surge de la voluntad y nace de los mismos valores.
Cuando decides ayudar estás dando lo mejor de ti, incluso aunque no seas consciente de ello. Ayudar es un gesto que siempre está presente en nuestra vida cotidiana, en nuestra rutina, y que surge de forma inconsciente. Son todos esos pequeños detalles que hacen que la vida sea mejor. La antropología nos recuerda que la ayuda y la solidaridad entre los miembros de las primeras sociedades nos hicieron avanzar como especie, las diferentes capacidades de cada individuo funcionaban como una sola cuando se ayudaban entre ellos y funcionaban mejor. Han pasado miles de años desde entonces y estos valores siguen estando presentes. Todos eran valiosos, y todos lo seguimos siendo.
El voluntariado es un paso más allá de la ayuda, es una acción proactiva, consciente, decidida y volcada en la eficacia. Es la fórmula perfecta del tan hablado” win win”, en una acción de voluntariado ganan todos, pero es normal cuando das lo mejor de ti.
Según Marcelino Pérez, Director de Special Olympics Madrid, "El voluntario es el eje sobre el que se vertebra la inclusión. Su presencia ayuda a la sociabilización, la mejora de la autoestima corrige conductas, motiva y se convierte en un ejemplo de buenos hábitos."
Al ejercer el voluntariado se produce un intercambio de conocimiento a través de la experiencia: del voluntario con el beneficiario y viceversa, entre todos los voluntarios, entre el voluntario y la organización, entre las personas y la causa a la que deciden dedicarse repercutiendo en una mejora social. Esta enseñanza no reglada se sustenta en pilares como la participación, innovación, creación de soluciones, flexibilidad, adaptabilidad a recursos y circunstancias y desarrollo de capacidades y talentos propios de las personas. Y sobre todo, es inclusivo y colaborativo, no necesita de títulos, formación, edad o características físicas extraordinarias, se trata de generosidad para trabajar juntos por conseguir un fin, y aquí cabemos todos.
Todos tenemos un “súperpoder”, por pequeño que sea, que poder aportar: conocimiento, habilidad, cuidado, fuerza, experiencia… o tiempo. Esta es la aportación más valiosa y más generosa, el tiempo.
Por eso el voluntariado tiene tanto valor. El tiempo es algo que no se puede acumular, es el elemento necesario para desarrollar nuestro crecimiento personal. Cuando dedicamos tiempo al voluntariado estamos dando la mejor parte de nosotros mismos, y siempre los frutos merecen la pena. Cuando dedicas tu tiempo en ayudar a los demás se convierte en el tiempo mejor invertido…para ellos, para la sociedad y para ti, porque la experiencia te ayudará a desarrollar competencias extra que podrás utilizar en cualquier situación de tu vida.
Cuando eres voluntario, en mayor o menor medida, siempre tienes la sensación de que quieres hacer más. Cuando compruebas en primera persona que aportando tu pequeño grano de arena se consiguen tantos logros ves la importancia del voluntariado. No solo a nivel individual, sino a nivel colectivo.
Considero que ser voluntario ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Creo además que es una sensación compartida por todos los que en algún momento de nuestra vida hemos hecho voluntariado.
Si alguna vez lo habéis pensado pero no habéis dado el paso, os animo a que lo hagáis.
¿Tenéis tiempo que invertir?
Fernando Vaquero
Técnico de marketing y formación en seguros
Voluntario Fundación Caser