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Fotos con dos mujeres trabajando delante de un ordenador

Tras impartir varios cursos sobre emprendimiento, he llegado a la conclusión que estos son algunos de los aciertos y errores más habituales a la hora de iniciar un negocio.

1    Carecer de un plan de viabilidad:
Poner en marcha un negocio implica un riesgo, por tanto, debemos tratar de minimizarlo y evaluar objetivamente si es viable en todos sus aspectos. ¿Cómo hacerlo? Considero fundamental determinar la viabilidad técnica, comercial, financiera, económica y ambiental, incluso antes de ponernos a la ardua tarea de elaborar el intimidante plan de negocio. 

Es preciso conocer la experiencia de los promotores, sus habilidades, cualidades y destrezas para dirigir una empresa.
Centrándonos en el tema estrictamente comercial, son esenciales dos elementos; valorar si está justificada la existencia de un mercado para el servicio o producto a ofrecer, y realizar una previsión de ventas exhaustiva, realista y controlable. 

Financieramente, hay que saber al detalle con qué recursos se cuenta; si son propios o ajenos y las infinitas variables que podrían afectar su cuantía y disponibilidad. 

Económicamente, hay que predecir y determinar los supuestos futuros beneficios, ya que la rentabilidad de la empresa debe ser prioritaria para garantizar su éxito inicial, así como su pervivencia futura. 

Nunca hay que olvidar los factores ambientales a la hora del comienzo, el proyecto debe ser viable desde el punto de vista ecológico, o podría resultar penalizado tanto por la actual normativa medioambiental, como por la percepción que nuestros clientes puedan llegar a tener sobre nosotros.
Una vez determinada la viabilidad, habrá que tener la disciplina de plasmar en papel el proyecto, sin dejarnos llevar por exageradas ilusiones o expectativas supervaloradas. En este momento el realismo y la frialdad numérica serán nuestros mejores aliados.

2    Desconocer lo que supone un subarriendo: 
Recuerdo el caso de un emprendedor que había recibido el traspaso de unos locales en los que funcionaban varios talleres mecánicos. Inició su actividad con gran ilusión y, al finalizar el mes en el que había suscrito el subarriendo, se presentó el propietario del local visiblemente irritado, ya que desconocía, quién, cómo y por qué estaba utilizando sus locales; resultó que dicha persona ignoraba que sus propiedades hubieran sido subarrendadas. Excuso decir, el gravísimo problema en el que se vio involucrado dicho entusiasta emprendedor como consecuencia de ignorar algo tan determinante para su actividad empresarial…

Cuando se trata de un negocio en subarriendo es imprescindible leer el contrato de arrendamiento del local, sin saltarse la letra pequeña ni esos farragosos diminutos números y apostillas que suelen acompañar la ya de por sí tediosa literatura jurídico-mercantil.

3    Desatender el marketing:
En cuanto al producto o servicio, se debería hacer un esfuerzo por ofrecer productos o servicios diferentes a los que ofrecen otras empresas. 

Es habitual que los emprendedores puedan verse cegados por el brillo que la ilusión proyecta y, en algunos casos más que pensar sueñen, imaginando muchas alejadas de la realidad y, fruto de esa sensación sobreestimen sus capacidades e infravaloren las de la competencia, por eso un buen plan de marketing es imprescindible. 

En el momento de fijar precios, éstos no deben ser muy bajos porque la percepción del cliente puede ser la falta de calidad. 

Siempre hay que disponer de estrategias de comunicación, qué decir, así como conocer los canales de distribución. Resulta imperativo saber qué canales utilizar, definir una imagen, aprender a escuchar, dudar… quizás estemos cometiendo algún error y nos negamos a verlo.

4    No adaptarse a la realidad digital:
Antes de tener presencia en las redes sociales se deben definir los objetivos que se quiere alcanzar y qué se quiere comunicar. Unas redes desatendidas transmiten una pésima imagen de la empresa, la consiguiente falta de clientes y daña la reputación de la misma. Contestar amablemente de la forma más detallada posible todos los comentarios sean positivos o negativos, es una buena práctica. Se debe conocer el sector, las nuevas tendencias, y todo aquello que afecte o pueda afectar nuestra reputación; por fortuna, hoy es bastante fácil llevarlo a cabo a través de foros, artículos y multitud de medios digitales.

5    Desconocer los regímenes fiscales:
No es infrecuente ver casos en los que, por la actividad, el emprendedor opta por un determinado régimen fiscal, se mantiene en el mismo de forma permanente, amplía, cambia o prescinde de alguna de sus áreas de negocio, y no se percata que pueden renunciar a ese primigenio régimen fiscal y acogerse a otro que quizá le sea más favorable.

6    Dar muchas vueltas:
Con el correr del tiempo he conocido personas perfeccionistas a hora de elaborar su plan de negocio. El perfeccionismo puede ser considerado defecto o cualidad, pero sí de tanto análisis llega a paralizarse puede tratarse de un defecto. Leía en el libro “101 cosas que ya sabes, pero siempre olvidas” lo siguiente: “Deliberar durante demasiado tiempo es una equivocación que mucha gente comete, ya que esperar a que se presenten las circunstancias ideales, lo único que le asegurará es que para entonces ya no dispondrá de la oportunidad. Las condiciones ideales jamás aparecen (…) Si espera demasiado puede que algunas oportunidades dejen de serlo porque otros ya las han aprovechado”.

7    Desconocer el área de negocios en la que se quieren involucrar:
Siempre al poner en marcha una empresa, es valorable fusionar nuestra experiencia personal y laboral. He conocido personas emprendedoras que han puesto en marcha un negocio por su capacidad de inversión, mientras dejaban toda la parte operativa en manos de los trabajadores. Depende del negocio para ser viable, si por ejemplo se trata de una peluquería ubicada en un centro de esparcimiento de un distrito donde los precios están tasados, difícilmente podría ser rentable si la persona promotora no realiza directamente también el trabajo.

8    Fijar un tope de pérdidas:
Este concepto podríamos definirlo como “el freno para no perderlo todo”. Siempre es mejor perder un poco y así luego uno tiene posibilidades de hacer reflotar la empresa cuando las circunstancias personales o económicas sean más favorables o se cuenten con mayores recursos, que arriesgarnos a hundir nuestro negocio de forma irreversible. Por tal motivo, fijar un tope de pérdidas realista nos quita zozobras y puede ser nuestra tabla de salvación en un momento crítico. Cuando salvamos una buena parte de algo, siempre es posible renacer, pero si lo perdemos todo, eso puede resultar poco menos que imposible.

9    Precipitada elección de socios:
He dejado para el final el tema humano que es lo primero que se debe tener en cuenta. “Hace falta un buen equipo para conseguir que un proyecto nuevo funcione”. La aventura empresarial precisa de personas que se complementen. Siempre recomiendo un pacto de socios de inicio, en él se establecerán los roles de cada uno, tiempo de dedicación, destino de subvenciones, modelos de salida, incorporación de familiares de los socios, cláusula de no competencia, etc. etc. etc. Con las empresas pasa lo mismo que con los matrimonios; al principio todo es estupendo y maravilloso, pero por desgracia, algunas veces, con el paso del tiempo, las cosas se complican y es en esos momentos cuando uno se alegra de tener todo muy bien estructurado, asumido, prefijado y concretado para de este modo minimizar conflictos y determinar responsabilidades, expectativas o repartos.

 

En Madrid, las personas interesadas en proyectos de emprendimiento pueden llamar al 010 número telefónico de información del Ayuntamiento de Madrid o al 012 teléfono de atención al ciudadano de la Comunidad de Madrid.

 

María Elena Francia Guevara
Linkedin: Maria Elena Francia Guevara
@MalenaFrancia
 

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