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Foto de una mujer sentada en una tumbona en una piscina cerca del mar

Vitamina D y sol, una sociedad muy saludable

La vitamina D y el sol forman una sociedad indisoluble y altamente rentable para nuestra salud, ya que se trata de una sustancia esencial para la absorción del calcio, pero que resulta imposible de metabolizar sin la exposición de nuestra piel a los rayos solares. Sin embargo, según diversos estudios, más del 50 % de la población española presenta déficit de esta vitamina, llegando al 80 % en las personas mayores y al 62 % en mujeres embarazadas. 

Además de favorecer nuestra buena salud ósea, hay especialistas que consideran que la carencia de vitamina D está relacionada con trastornos autoinmunes, alérgicos, infecciosos, cardiovasculares, neurológicos, óseos, inflamatorios, digestivos, oncológicos e, incluso, depresivos. En este sentido, Sílvia Torrents, nutricionista del Hospital HM Nou Delfos de Barcelona, asegura que “desempeña funciones endocrinas y sistémicas a nivel extra óseo, por lo que se considera más bien una hormona que una vitamina. Actualmente, son muchos los investigadores que estudian el vínculo de esta vitamina-hormona con diferentes trastornos, pero tan solo sabiendo que afecta a la salud de los huesos, ya es peligroso tener niveles insuficientes porque estamos siendo conducidos a una pérdida de densidad ósea progresiva con la consecuencia de sufrir osteoporosis y fracturas, especialmente en personas mayores a 65 años”.

Sin embargo, se calcula que la mitad de los españoles no tiene un nivel óptimo de esta vitamina, lo que se explica por “la escasa exposición a la luz solar, uso de cremas con filtro de radiaciones ultravioletas y la baja ingesta en alimentos ricos en vitamina D. La hiperpigmentación cutánea (tener color de piel más oscuro) también es una de las razones por las que España, aun siendo un país con muchas horas de luz solar, tiene una alta prevalencia de insuficiencia de vitamina D”, señala Torrents. Las personas mayores de 65 años constituyen uno de los principales grupos de riesgo, pero cada vez se observan más niños y jóvenes en los que el nivel bajo de vitamina D ocasiona importantes problemas de salud.

No es fácil encontrar alimentos ricos en vitamina D, por lo que asumir un nivel óptimo a través de la dieta resulta complicado. El aceite de hígado de bacalao, el pescado azul (sardinas, atún, caballa, salmón, etc.), el marisco, los huevos, los lácteos, las setas, el aguacate o el germen de trigo son de los pocos alimentos que pueden ayudar a mantener un nivel óptimo de vitamina D. Lo que sí es definitivo es la exposición de nuestra piel a los rayos solares. 

Sol durante todo el año, pero con precaución

Aunque el verano es una época del año en la que la exposición solar es más frecuente, es un hábito que hay que ponerlo en práctica durante todo el año. En invierno y primavera es aconsejable salir entre las 10 y las 12 horas, mientras que, en verano, la nutricionista de HM Nou Delfos considera que para metabolizar la vitamina D “es suficiente con estar solo entre 15 y 30 minutos al sol, siempre durante las horas en las que la radiación solar no sea muy alta, ya que, si no, supondría un riesgo a la hora de desarrollar problemas de piel severos. Si tenemos previsto una prolongación mayor de exposición solar, hay que tener en cuenta la aplicación de un protector solar para prevenir el cáncer de piel”. 

En este sentido, la ginecóloga del Hospital HM Nou Delfos, doctora Marta Ortega, afirma que para metabolizar la vitamina D, la necesidad de exposición al sol varía en función de la edad. “Para las mujeres jóvenes es suficiente exponer a los rayos solares la cara y los brazos durante 5-15 minutos diarios; mientras que las mujeres mayores de 70 años deben permanecer más tiempo, pues la síntesis cutánea es inferior en un 75 %”.

Para paliar los problemas de falta de Vitamina D, además de la exposición a los rayos solares y la ingesta de alimentos ricos en esta sustancia, si el especialista lo considera oportuno, también puede resultar efectiva la ingesta de algún suplemento. La doctora Ortega se muestra partidaria de “suplementar siempre que la exposición solar sea insuficiente y en pacientes con cáncer, hipertensión, esclerosis múltiple, diabetes y otras enfermedades crónicas”.

Además de suplementos, también puede optarse por algún complemento alimenticio, aunque “siempre siguiendo las pautas que indiquen los profesionales, ya que, de lo contrario, podríamos sufrir una intoxicación. Es una vitamina liposoluble, por lo que, si se ingiere más cantidad de la debida, no se excreta y se queda acumulada en el tejido graso, cuyo almacenaje es desfavorable para la salud”, explica Sílvia Torrents.


 

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