Los expertos del Instituto de Biomecánica (IBV) apuestan por dotar a los mayores de entornos inteligentes, como herramienta principal de atención y cuidado del envejecimiento de la población. Entornos domésticos inteligentes capaces de recoger información relevante a través de tecnologías como Internet de la Cosas (IoT), Inteligencia Artificial (IA) o computación en el borde para abordar la salud presente y futura de las personas mayores.
De este modo el IBV apuesta por un “cambio de paradigma” en la atención y cuidado del envejecimiento. Un paradigma que se sustentaría en el desarrollo de tecnologías para la monitorización continua, remota y no intrusiva en contextos cotidianos.
Como ha asegurado el director de Innovación en Valoración Biomédica del Instituto, David Garrido, ante el crecimiento envejecimiento de la población, “buscamos facilitar una intervención anticipada y una prescripción personalizada para favorecer una detección temprana de problemas asociados al envejecimiento”.
Garrido señala que la tecnología con la que están trabajando, quiere transformar el hogar de las personas mayores para que “sea el entorno el que cuide de nosotros”. Una tecnología que permite transformar los modelos actuales de atención, que se centran en paliar los efectos de la enfermedad, en otros que se centren en la prevención, el fomento del autocuidado y en el envejecimiento saludable.
Por tanto, “nuestro gran reto es conseguir que el contexto del paciente se sistematice y ponga en valor la información relevante para alcanzar una salud más personalizada”, añade. En ese sentido, en el futuro del envejecimiento saludable, “las tecnologías inteligentes cuidan nuestra calidad de vida y nos ayudan a envejecer mejor”, apostilla.
Monitorización de salud mental
También desde el Instituto están trabajando para generar nuevas soluciones que puedan valorar la salud mental y la función cognitiva. El objetivo es la “monitorización sin contacto mediante tecnologías como el gemelo digital, algoritmos de IA aplicados a análisis de variables fisiológicas o análisis de voz”, explica Garrido.
En esa línea, el estudio de las variables fisiológicas como el ritmo cardiaco, respiratorio o la sudoración aportan información que la persona no es capaz de verbalizar. Aunque, como apunta el experto, el gran reto es “conocer cómo capturar esa información sin un parche o un dispositivo físico: Ahí entran las tecnologías sin contacto”.
Además, para el experto, la voz puede ser una nueva variable fisiológica. “Los algoritmos de IA que relacionan la voz, el nivel semántico o la prosodia con el nivel de salud mental nos permiten establecer pautas preventivas o anticipar episodios como depresión u otras patologías mentales”, concluye Garrido.