Las personas mayores que viven solas y conviven con alguna mascota han mostrado menos índices de deterioro cognitivo que las personas mayores que viven acompañadas. Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la universidad china Sun Yat-sen. Según este informe, existe una relación directa entre tener una mascota y un menor deterioro de la memoria y de la fluidez verbal entre los mayores que viven solos.
Según han confirmado los responsables del estudio, este tipo de trabajos es más que necesario ante el envejecimiento de la población que se ha producido en los últimos años y que seguirá produciéndose a corto y medio plazo, ya que en este contexto el deterioro cognitivo se convierte en un problema de salud de primer orden. No en vano se estima que, a nivel mundial, en el año 2050 serán 153 millones de personas las que sufrirán demencia, frente a los 57 millones que se contabilizaban en el año 201).
Esta investigación ha demostrado que tener una mascota puede llegar a compensar el deterioro mental que se asocia al proceso de envejecimiento. También el nivel de cognición verbal demostró ser más lento en aquellas personas mayores con mascota. Además, les ayuda a relacionarse con otras personas, e incrementa el sentimiento de responsabilidad hacia el animal y el de utilidad.
Si a día de hoy no es posible revertir el deterioro cognitivo cuando se produce, se hace más necesario identificar a las poblaciones de riesgo y los factores de riesgo que sí pueden modificarse. De ese modo se pueden diseñar políticas de salud pública centradas en el envejecimiento activo y saludable. En este sentido, los responsables de esta investigación han reconocido que «tener una mascota es un cambio simple que podría desempeñar un papel importante en el desarrollo de políticas de salud pública para frenar el deterioro cognitivo en los mayores».
El estudio se ha realizado a través de más de 7.900 personas británicas mayores de 50 años, entre 2010 y 2019, siendo la mayoría de ellas mujeres (concretamente el 56 % de los participantes). Con estas personas, los investigadores evaluaron la memoria verbal, la capacidad que tienen las personas para recordar lo que se les dice, la fluidez verbal y la cognición verbal, así como los diferentes procesos mentales que se ven implicados en el uso del lenguaje.