En los últimos años, ha surgido la tendencia o moda de evitar el gluten entre población sana. En Estados Unidos, la venta de los alimentos “sin gluten” se ha multiplicado por 8 y se estima que hasta un tercio de la población quiere evitarlo a pesar de no tener un diagnóstico que obligue a su retirada.
Según los expertos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), esto viene alentado por nuevos gurús de las dietas y sus promesas de curación de casi todas las enfermedades de nuestro siglo: obesidad, enfermedad de Alzheimer, depresión y todas aquellas enfermedades para las que aún no se ha podido encontrar curación o explicación.
Un difícil y largo diagnóstico
La prevalencia general de la enfermedad celíaca, según el Dr. García-Manzanares, especialista en Endocrinología y Nutrición en Hospital General La Mancha Centro y miembro del Area de Nutrición de la SEEN “es de un 1 a un 2 %, existiendo grupos de riesgo como familiares con algún enfermo o personas con una patología autoinmune donde la prevalencia puede ser de hasta un 10 %”.
Tal y como afirman los profesionales, esta enfermedad sigue siendo una gran desconocida y por cada nuevo diagnóstico se estima que hay de 5 a 12 celiacos sin diagnosticar. Además, otro dato relevante es que el tiempo medio para el diagnóstico desde los primeros síntomas se suele dilatar de 3 a 17 años y más de la mitad de los casos que se diagnostican en la actualidad es en mayores de 50 años.
La sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC) es una entidad emergente “y su prevalencia se estima en 10 veces al de la enfermedad celíaca (EC); sin embargo, la falta de criterios diagnósticos consensuados hace que estos datos pueden ser muy variables”, apunta este experto.
Ambas patologías pueden tener una forma de presentación atípica con síntomas tan variados “como lesiones cutáneas, alteraciones neurológicas, osteoporosis… en ausencia de clínica digestiva que haga sospechar, por lo que se debe pensar en ellas por parte del profesional siempre en aquellas enfermedades sin un origen causal claro del cuadro”, concluye.
¿Dietas con o sin gluten?
El gluten es el conjunto de proteínas presente en los cereales que más se consumen (trigo, cebada y centeno principalmente), y es el origen causal de la EC y posiblemente para la nueva entidad SGNC. El tratamiento para la EC es el abandono del gluten a perpetuidad para conseguir revertir lesiones y síntomas y para la SGNC la dieta sin gluten ha demostrado ser la dieta más eficaz, aunque algunos pacientes también mejoran con las dietas específicas bajas en oligo, di y monosacáridos fermentables y polioles (FODMAP).
“La dieta sin gluten puede resultar tremendamente sana ya que se basa en productos naturales, se aumenta la ingesta de fruta y vegetales, y se evita alimentos manufacturados y “comida basura”. Sin embargo, el gluten en sí, no reacciona como un agente tóxico en personas sanas”, explica el Dr. Álvaro García-Manzanares.
Los defensores del abandono del gluten sin un diagnóstico de EC o SGNC argumentan la inocuidad de esta medida en gente sana. Sin embargo, el Dr. García-Manzanares señala: “Dejar de tomar gluten innecesariamente no genera problemas en nuestro organismo pero sí que es cierto que estos productos sustitutivos, a menudo, tienen menor fortificación de vitaminas y una peor composición en sus grasas; nuestra cesta de la compra pueda encarecerse en unos 1.500 euros anuales, ya que los alimentos sustitutivos sin gluten son sensiblemente más caros; y limita la vida social”.
Por todo esto, el experto subraya: “Es aconsejable confirmar el diagnóstico de EC o SGNC por un profesional antes de embarcarse en una dieta sin gluten, ya que es un tratamiento molesto de seguir y costoso. Evitando dejarse llevar por el consejo de un familiar o tras la lectura de un libro o un artículo por internet”.
Mitos de la soja
El consumo de soja en nuestro país está experimentando un aumento significativo, pero sigue siendo muy inferior al de los países asiáticos. Este incremento se debe a los beneficios sobre la salud que se le atribuyen ya sea de forma contrastada y científica o simple mito.
En este sentido, el Dr. Luis Miguel Luengo, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la SEEN, explica que algunos de los beneficios de la soja son ciertos, “prevención de ciertos tipos de cáncer, ayuda a controlar la diabetes mellitus y la hipercolesterolemia, aunque de forma muy discreta; contribuye a disminuir el riesgo cardiovascular, ayuda a prevenir y controlar algunas enfermedades hepáticas, etc.”.
Sin embargo, otros beneficios aparentes y atribuidos a la soja no son ciertos, como por ejemplo que ayuda a disminuir los sofocos de la menopausia o que puede sustituir completamente a alimentos de origen animal. “Tampoco son ciertos algunos perjuicios que se le atribuyen como que aumenta el riesgo de padecer cáncer de mama o de que recurra una vez se haya tratado”, afirma el experto.