La epilepsia es una enfermedad neurológica caracterizada por la presencia de crisis recurrentes que pueden producir, entre otras muchas manifestaciones, pérdida de conocimiento y convulsiones. En todo el mundo existen más de 50 millones de personas con epilepsia y la Sociedad Española de Neurología (SEN) calcula que, en España, 225.000 personas han padecido crisis epilépticas en los últimos cinco años y que unas 578.000 personas en España sufrirán la enfermedad a lo largo de su vida.
Aunque cada año se detectan entre 12.400 y 22.000 nuevos casos en nuestro país, la epilepsia es una enfermedad que puede tener un diagnóstico difícil y que puede retrasarse en el tiempo, dependiendo del tipo de epilepsia que padezca el paciente, así como de la propia evolución de la enfermedad.
“Las crisis epilépticas no siempre se manifiestan como una convulsión. Aunque todas suelen ser de comienzo brusco, repentino y con una duración de segundos o de pocos minutos, en muchas ocasiones los pacientes presentan crisis más sutiles en las que predomina una desconexión parcial o total del medio y en las que los fenómenos motores con los que habitualmente asociamos a esta enfermedad (como sacudidas, temblores o movimientos más complejos, como los automatismos) son escasos y no son prominentes”, señala el Dr. Francisco Javier López Gonzalez, coordinador del Grupo de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología. “Son precisamente las personas que presentan estas crisis más sutiles, que pueden pasar inadvertidas en su entorno o incluso para el mismo paciente, donde más retrasos y fallos se producen en su diagnóstico”, añade.
Según datos de la SEN, hasta un 25 % de las crisis pasan inadvertidas a los pacientes y familiares y el retraso en el diagnóstico de la epilepsia puede alcanzar los 10 años. “Aunque existen pruebas complementarias, el diagnóstico de epilepsia sigue siendo eminentemente clínico. Esto quiere decir que nos basamos en los síntomas, en la descripción de lo que ha sucedido contado por el paciente y/o testigos. Por lo tanto, el primer paso para mejorar los tiempos de diagnóstico es que los pacientes y familiares detecten las crisis”, explica el Dr. Francisco Javier Lopez. “Por otra parte, se necesita fomentar más el conocimiento de la enfermedad por parte de la comunidad asistencial, ya que existen numerosos ‘imitadores de la epilepsia’. Trastornos del sueño, crisis psicógenas o cefaleas, entre otros, pueden dar lugar a cuadros que parecen similares a crisis epilépticas, pero que en realidad no lo son”, insiste. Se piensa que hasta en el 20 % de los pacientes con crisis incontroladas existen errores diagnósticos.
Gracias a los avances que se han producido en el conocimiento de la fisiopatología de la epilepsia, en los métodos diagnósticos y en el tratamiento, la Sociedad Española de Neurología estima que alrededor de un 75 % de los pacientes han conseguido frenar la aparición de crisis hasta tal punto, que un porcentaje muy importante pueden dejar la medicación trascurridos unos años. Sin embargo, aún existe un porcentaje bastante alto de personas que no responden bien a los fármacos, es la llamada epilepsia fármacorresistente.