El entorno familiar es esencial en el cuidado de las personas mayores dependientes. Tanto de aquellas que residen en sus domicilios y acuden a un centro de día, como de aquellas que viven en centros residenciales. Así lo han confirmado los profesionales de la Asociación Madrileña de Atención a la Dependencia (AMADE), referenciando que la presencia activa de los familiares en la vida de los mayores dependientes no solo brinda bienestar emocional, sino que también fortalece los lazos afectivos y contribuye a una mejor calidad de vida.
Los centros encargados de los cuidados de las personas mayores tienen muy presente esta afirmación y, por eso, promueven el fortalecimiento de los vínculos familiares desde el primer momento. De este modo se hace partícipe del plan de cuidado a los familiares, y se favorece la creación de los lazos afectivos en las actividades que pueden compartir. Ya hablemos de centros de día, como de centros residenciales, los familiares deben conocer desde el inicio de los cuidados que son parte imprescindible de su funcionamiento, y que de su implicación dependerá también el que la persona objeto del cuidado reciba el mejor posible, ese que satisfaga sus necesidades físicas y emocionales.
En este sentido se ha expresado la presidenta de AMADE, Pilar Ramos, insistiendo en que es necesario facilitar y promover el “cocuidado”, es decir, un cuidado compartido, una responsabilidad compartida. “Es fundamental que las familias se involucren de manera activa en el cuidado de las mayores en situación de dependencia”, ha asegurado, explicando que el apoyo emocional y la compañía son aspectos esenciales para el bienestar de las personas mayores dependientes “y el rol de la familia es irremplazable”.
Las residencias y centros de día son lugares abiertos donde se ofrece una atención integral y centrada en la persona, basada en las necesidades de los mayores y en sus preferencias y deseos. Pero también es esencial, en la relación diaria, conocer las voluntades de los familiares. “Para nosotros, resulta indispensable tener una comunicación fluida con los familiares. Debemos convertirnos en un equipo bien coordinado si queremos dar respuesta efectiva a las necesidades reales de cuidado. Por esta razón reclamamos su implicación”, añade Ramos.
Con la implicación de la familia en el cuidado de las personas mayores dependientes se asegura, además, que el paciente siga manteniendo un vínculo esencial de pertenencia.