En estos meses solemos estar más expuestos al sol, por lo que es importante tener en cuenta los riesgos que puede plantear para nuestra piel y nuestro bienestar general un exceso de radiación solar.
Esta radiación se clasifica en tres tipos principales atendiendo a su longitud de onda: la radiación ultravioleta A (UVA), la ultravioleta B (UVB) y la ultravioleta C (UVC). La mayor parte de radiación que llega a la Tierra es UVA, la cual puede penetrar profundamente en la piel y afectar seriamente a la salud de las personas. También llega cierta cantidad de radiación UVB cuyos efectos pueden ser igualmente nocivos.
La directora del Máster Universitario de Cuidados de Enfermería en Urgencias y Emergencias de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), Patricia Marín Maicas, asegura que los riesgos específicos de la exposición solar pueden variar dependiendo de la intensidad y duración de la exposición, el tipo de piel, la ubicación geográfica y el nivel de protección utilizada.
Los efectos asociados con la exposición solar más comunes son:
- Quemaduras solares. La exposición excesiva a los rayos UVB puede causar quemaduras solares, que se manifiestan con síntomas como el enrojecimiento, la inflamación y el dolor en la piel. Las quemaduras solares graves, que afectan a capas más profundas de la piel, pueden provocar ampollas y descamación.
- Envejecimiento cutáneo prematuro. La radiación solar, especialmente los rayos UVA, puede penetrar en las capas más profundas de la piel y dañar el colágeno y la elastina, que son responsables de la elasticidad y firmeza de la piel. Como resultado, la exposición crónica al sol sin protección puede acelerar el envejecimiento cutáneo, manifestándose en arrugas, flacidez, manchas y textura áspera.
- Hiperpigmentación y manchas solares. La exposición solar puede desencadenar un aumento en la producción de melanina, lo que puede resultar en la aparición de manchas oscuras en la piel, como pecas o melasma. Estas manchas solares pueden ser difíciles de tratar a posteriori y suelen requerir medidas dermatológicas específicas.
- Lesiones en la piel y cáncer de piel. La exposición excesiva al sol es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel. El carcinoma basocelular, el carcinoma de células escamosas y el melanoma son los tipos más comunes de cáncer de piel asociados con la exposición solar.
Respecto al cáncer de piel, la experta de VIU explica que los cambios en la piel son los signos más comunes de cáncer de piel. Por ello, siguiendo las recomendaciones proporcionadas por el Centro para el control y prevención de enfermedades (CDC, 2023), se proponen las siguientes cuestiones para de una forma fácil recordar los signos de advertencia siguiendo las letras del abecedario:
- Asimetría: ¿El lunar o la mancha tiene forma irregular con dos partes que se ven muy diferentes?
- Bordes: ¿Los bordes son irregulares o dentados?
- Color: ¿El color es disparejo?
- Diámetro: ¿El lunar o la mancha es más grande que una arveja?
- Evolución: ¿El lunar o la mancha ha cambiado o evolucionado en las últimas semanas o en los últimos meses?
Finalmente, Patricia Marín recuerda que, frente a los riesgos derivados de la exposición solar, “es fundamental tomar medidas de protección solar adecuadas, independientemente de las condiciones climáticas”, sobre todo, si no podemos evitar una exposición prolongada al sol. Estas son las recomendaciones que nos da la experta:
- Limitar el tiempo de exposición al sol del mediodía.
- Buscar la sombra cuando los rayos UV sean más intensos (zonas centrales del día).
- La utilización de métodos de barrera físicos: ropa con protección UV (tejidos fotoprotectores), sombreros o gorras que incluyan máxima cobertura y utilización de gafas de sol.
- La utilización de métodos de barrera químicos: se recomienda el uso continuado y repetido (cada 3-4 horas) de cremas solares con factor de protección alto, especialmente se recomiendan aquellas con filtros solares físicos o minerales, ya que proporcionan el mayor espectro de protección frente a las radiaciones.
- Asegurar un óptimo estado de hidratación de la piel, bebiendo agua con frecuencia durante las jornadas laborales, así como utilizar crema hidratante todos los días.