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Foto personas mayores comentando en grupo

En el año 2000, surgieron las primeras experiencias en España de vivienda colaborativa o cohousing. En la actualidad, ya hay 34 proyectos que se encuentran en diferentes fases. Se trata de proyectos que fomentan la vida en común, la ayuda mutua y los servicios asistenciales entre las personas mayores para un envejecimiento activo.

En cuanto al perfil medio de las personas que optan por las viviendas colaborativas, nos encontramos con el de una mujer, con nivel educativo medio-alto y que trabajaba en los ámbitos educativo, sanitario o social.

Estos son los principales resultados preliminares de MOVICOMA, el primer proyecto de investigación que estudia el auge, desarrollo e impacto del movimiento de vivienda colaborativa de personas mayores en España. Para su realización, se ha hecho un seguimiento de 13 grupos. El estudio se ha presentado recientemente en Barcelona por el grupo de investigación CareNet (Care and Preparedness in the Network Society) del IN3-UOC, que es el Internet Interdisciplinary Institute (IN3), el centro de investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

“La capacidad de decidir cómo vivir la vejez hasta el final y de poner en práctica nuevas maneras de hacernos cargo colectivamente de este proceso vital es uno de los puntos distintivos de estos grupos”, afirma el investigador Daniel López. El estudio revela que el motivo principal para vivir en un proyecto de vivienda colaborativa es “envejecer con autonomía”, “compartir y vivir en comunidad” y “disponer de un entorno y unos servicios adecuados”. “Sólo tiene sentido ser activo cuando puedo decidir”, subraya López.

Según el estudio, por cada 10 mujeres sólo hay 3,5 hombres que escogen esta manera de vivir. “Tienen un capital social, cultural y político que les permite sacar adelante proyectos exigentes de forma autogestionada. Forman grupos con pericias distintas y diferentes estilos de liderazgo, pero acostumbran a funcionar todos de manera muy participativa y a constituirse en cooperativas”, señala López.


En los grupos de covivienda que se están creando la media de edad es de 65 años y en los pioneros que ya viven en comunidad sube hasta los 75. Entre dar un paso y el otro se tarda nueve años. Pero ¿cuáles son los factores que favorecen esta opción de vida?

- Crisis de los cuidados. Los trabajos de cuidado son insostenibles en las familias y generan formas de explotación que sufren especialmente las mujeres. La reducción de la familia nuclear y de las redes de apoyo, el retraso de la maternidad/paternidad, los cambios laborales y la creciente movilidad social ocasionan que las personas que se hacen mayores no quieran ser una carga para sus hijos. Al mismo tiempo, cada vez hay más gente mayor sin hijos, soltera o divorciada que busca alternativas de futuro ante un Estado del bienestar en crisis.

- Percepción negativa de las residencias y centros geriátricos. En la mayoría de casos, no pueden acceder a una plaza pública, pero tampoco pueden asumir el coste de una residencia privada. Además, entienden que esta opción es el primer paso para perder la autonomía personal y, por lo tanto, la dignidad.

- Necesidad de generar nuevos vínculos cuando las redes vecinales y de amistad se debilitan. La opción de envejecer en casa se percibe como una opción de soledad. La posibilidad de vivir en comunidad representa la capacidad de ampliar el círculo social.

- Necesidad de seguir activo después de la jubilación. Iniciar un proceso de covivienda tiene un componente de emprendimiento fuerte y esto permite a muchas personas seguir haciendo una vida activa personal, social y políticamente. 

 

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