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Foto de una mujer joven al lado de un árbol en flor y a punto de estornudar con un pañuelo preparado

Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en nuestro país a más de ocho millones de personas, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria.

Existe una relación directa entre algunos factores climatológicos del otoño e invierno como es el caso de las lluvias, temperatura y humedad y los recuentos de pólenes de gramíneas durante la primavera. 
 
El doctor  Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la SEAIC, subraya que “las concentraciones más elevadas de pólenes de gramíneas se producen en el centro de la Península y Extremadura” y añade que “los alérgicos a pólenes de gramíneas de Castilla-León, Castilla-La Mancha, Aragón y Madrid se enfrentarán a una primavera muy variada. Concretamente, en Aragón, se prevé que sea leve; en Castilla-León, moderada; y en Castilla-La Mancha: leve en Cuenca, Guadalajara y Albacete, moderada en Ciudad Real e intensa en Toledo”. “En cuanto a Madrid, se prevé que la primavera sea intensa. En este sentido, es importante resaltar que en la capital, el porcentaje de polínicos alérgicos al plátano de sombra supera el 40 %”, advierte el doctor Moral.


 
Por tipos de pólenes 

Este año el invierno ha sido muy frío durante el mes de enero. Esto ha favorecido el enraizamiento de las gramíneas salvajes, desarrollando raíces más profundas, lo que ocasionará un crecimiento más vigoroso y, como consecuencia, más pólenes de gramíneas en primavera.
 
En este sentido, y debido a las intensas nevadas que se han producido en la zona centro peninsular por la borrasca Filomena en las comunidades de Aragón, Castilla y León, Madrid y Castilla-La Mancha, el deshielo ha favorecido el acumulo de agua en la superficie terrestre, lo que ocasionará un mayor desarrollo de todas las plantas y, como consecuencia, un aumento en los niveles de pólenes, incluidos los desencadenantes de problemas alérgicos. “Sin embargo, el resto de los pólenes que pueden producir problemas alérgicos, como es el caso del plátano de sombra, el olivo, el abedul, y las cupresáceas (ciprés y arizónica), este año no tendrán niveles elevados de pólenes debido a la caída de los árboles y la rotura de ramas por la borrasca que azotó la zona central”, señala el experto.
 
En esta misma línea, el doctor Moral detalla que en los últimos diez años se ha duplicado el porcentaje de alérgicos a los pólenes más alergénicos. “Las gramíneas han pasado del 35 % al 74 %, la arizónica del 9 % al 23 %, el plátano de sombra y la salsola del 7 % al 14 % y el olivo del 30 % al 52 %. La causa parece hallarse en el efecto de la contaminación y el cambio climático sobre los pólenes”.

 
La contaminación y el cambio climático: promotores de la alergia al polen

La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen haciendo que este genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles. “Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo. Los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera e incrementa el tiempo de exposición a ellos”, explica el alergólogo.
 
El cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas. Adelantan el inicio y retrasan el final de su período de floración, con lo que se amplía la duración del período de polinización, y, por lo tanto, hay una mayor exposición de la población a los pólenes. “Este año, debido a las bajas temperaturas registradas durante el mes de enero se ha producido una disminución de la actividad de todas las plantas, entre ellas las cupresáceas, lo que ha propiciado un retraso en el inicio de la polinización”, advierte el alergólogo.
 
Al inicio de la pandemia, con motivo de las medidas de restricción de movilidad de vehículos y la disminución de la actividad industrial, se observó una reducción en la presencia de los contaminantes, lo que contribuyó a mejorar la calidad del aire y la reducción de enfermedades respiratorias. “Este año se prevé que el uso generalizado de la mascarilla contribuya a disminuir los síntomas de rinitis y asma debido al efecto de pantalla sobre la nariz y la boca. Como consecuencia, se experimentará una reducción en el consumo de medicación y una disminución en la asistencia a servicios de urgencias por parte de los polínicos. De todos modos, desde la SEAIC insistimos en la necesidad de cumplir con los tratamientos para el asma”, recuerda el experto.
 

 

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