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José Carlos Bermejo Higuera durante su ponencia

La lamentación por la deshumanización es una cuestión universal y que se refiere no sólo al ámbito del cuidado a las personas mayores, sino a la complejidad de realidades que afectan a la vida humana.

Humanizar los cuidados en residencias pasa, por tanto, por incidir no sólo en el diseño y desarrollo de programas que salgan al paso de las necesidades materiales no cubiertas en muchas personas, sino por incidir también en la salud de las relaciones, en la salud de los valores interiorizados, en la salud en el manejo de los sentimientos de frustración y de pérdida, en la salud de la autopercepción, etc.

Humanizar constituye un compromiso ético de considerar a la persona mayor en su globalidad, para promover procesos de integración duraderos y consolidar la participación de los mayores en la vida social normalizada, en el máximo de sus posibilidades.

No es posible una intervención holística, global, integral, sin una particular capacitación de los agentes sociales en el ámbito del counselling, de la inteligencia del corazón, de las capacidades de entrar en el mundo personal y particular de la persona a la que se quiere acompañar para identificar y movilizar en ella no sólo los problemas y necesidades, sino el mundo de los significados, los recursos, las habilidades y los valores que pueden permitirle trabajarse a sí mismo y ser el mayor protagonista del proceso.

Promover la dignidad intrínseca de todo ser humano constituye el fundamento último de toda acción humanizadora. Esta dignidad es la base sobre la que se sustenta toda acción que quiera ver en el otro un semejante y acompañarle a ser él mismo, contribuyendo con su personalidad y su particularidad en la construcción de un mundo más igualitario, más justo, más pacífico, más gozoso y saludable.

Si bien las relaciones constituyen el ámbito privilegiado de humanización y por ellas pasan todos los demás, también la arquitectura es de suma importancia en el cuidado a las personas mayores dependientes.

La experiencia del Centro San Camilo de Tres Cantos, transformado permanentemente a la búsqueda de la excelencia en el ámbito residencial, nos permite identificar algunas claves arquitectónicas humanizadoras. El Centro es para 138 personas en régimen residencial y 20 en régimen de Centro de Día, además de una Unidad de Cuidados Paliativos para 32 personas.

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