El aceite de oliva virgen extra, hay que fijarse bien que ponga esto en la etiqueta, es un zumo que se obtiene de la aceituna. La aceituna es el fruto que nos da el olivo, un árbol que vive cientos de años y que fue traído a la península Ibérica por los fenicios hacia el año 1050 antes de Jesucristo.

El organismo para que funcione bien necesita también consumir grasa. Dentro de las grasas, una de las más sanas son las grasas que se llaman monoinsaturadas.

En la dieta Mediterránea la grasa monoinsaturada la comemos cuando tomamos aceite de oliva. La grasa monoinsaturada que en mayor cantidad hay en el aceite de oliva virgen extra es el ácido oleico.

Os preguntareis porque decimos aceite de oliva virgen extra. Porque ese es el aceite mejor para la salud. El aceite de oliva virgen extra es el zumo que se saca cuando exprimimos directamente las aceitunas mediante un prensado mecánico. El aceite de oliva virgen extra tiene por eso todas las propiedades buenas de las aceitunas.

Además de ácido oleico, el aceite de oliva virgen extra contiene otras sustancias que también son beneficiosas para el organismo. Por ejemplo contienen vitaminas como la K, la D y la A.

La vitamina K ayuda a que se formen eritrocitos (glóbulos rojos) y por lo tanto que llegue mejor el oxígeno a los órganos. La vitamina D ayuda a que los huesos tengan más calcio y sean más fuertes y la vitamina A ayuda a la vista, además de protegernos contra las infecciones.

Hoy ya se reconocen muchas propiedades beneficiosas del aceite de oliva virgen extra sobre la salud de las personas. Por ejemplo, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, la obesidad, ayuda al sistema digestivo o incluso hay estudios que dicen que podría ayudar a prevenir el cáncer de mama.

Los expertos recomiendan que diariamente tomemos 2 cucharas al día de aceite de oliva extra crudo. La mejor manera de tomarlo es en las tostadas por la mañana y en las ensaladas.