Juan Manuel Montilla, “El Langui”
“Para qué tirar la toalla si luego vamos a tener que agacharnos a recogerla”
Juan Manuel Montilla, más conocido como El Langui, nació con parálisis cerebral, pero no fue hasta cerca del año cuando los padres descubrieron que algo no iba bien, entre otros detalles, porque no se mantenía sentado. Seguramente, sus padres se sorprendieron y sintieron una pena grandísima, pero lo que Juan Manuel recuerda es su gran fortaleza y perseverancia: "Los médicos no daban un duro por mi, pero ellos decidieron luchar y hacer todo lo posible para que me esforzara, me valiera por mí mismo y llegara lo más lejos posible".
Y está claro que esta actitud optimista, de arranque, de empuje, de no rendirse impregnó desde niño el carácter de El Langui. "Soy quien soy por ellos", admite. También fue determinante para perfilar su personalidad su círculo de amigos del barrio, de Pan Bendito (Madrid), orígenes que suele reivindicar el rapero: "Me he rodeado de muy buena gente y buenos amigos, que me han tratado como uno más. Me he sentido muy útil y arropado siempre".
Eso no quita que haya tenido que enfrentarse a las miradas de la gente, a los comentarios de todo tipo y a su realidad diaria de lo que puede o no puede hacer. Precisamente, en la búsqueda de una solución a su desamor con el fútbol encontró a la musa de la música. Y es que cuando un sueño se trunca hay que buscar nuevas oportunidades. Ya se sabe… cuando una puerta se cierra otra se abre. Así lo explica Juan Manuel: "Mi afán desde niño era jugar al fútbol, quería dedicarme profesionalmente a este deporte, y me costó quitarme la venda de los ojos. Siempre he sido un soñador. Hasta que con 12 o 13 años fui consciente de que nunca podría entrar en una escuela de fútbol y de que no me ficharían. Entonces entré en barrena y estuve un tiempo decaído, no encontraba nada que me motivara hasta que descubrí el rap, el break dance".
El carácter libre y reivindicativo de esta música, su vocabulario cercano, la forma de bailar, incluso las "pintas" de los músicos le fascinaron. Así que quiso intentarlo, y le resultó sencillo sacar lo que tenía dentro y redactar versos que luego rapeaba a sus amigos en el parque. Además, "sentía que lo que narraba y cantaba era bien recibido por mis colegas, lo que me hacía sentir útil", algo fundamental en su opinión: "Sentirse útil es primordial para desarrollarse como persona, y si, además, tienes alguna discapacidad sentirse útil es necesario".
Entonces se aferró a la música, al rap, junto a Gitano Antón, con quién creó el grupo "La Excepción", que actualmente cuenta con tres discos de estudio, un sinfín de giras y 15 años de carrera. Además, hace un año (noviembre de 2015) El Langui debutó en solitario con Hola, que fue elegido Mejor Álbum de 2015 en los Premios de la Música Independiente MIN 2016. Ahora se encuentra de gira con el disco. Pero no es lo único a lo que está dedicado, también está rodando una película para la plataforma audiovisual Netflix, en la que comparte protagonismo con Megan Montaner y Karra Elejalde.
El cine no es un terreno nuevo para Juan Manuel Montilla. Debutó en la gran pantalla, en 2008, con "El truco del maco", un drama musical que contaba la historia de superación de Cuajo, un joven de 28 años con parálisis, que lucha por conseguir su sueño de dedicarse a la música. Su interpretación fue galardonada con el Goya al "Mejor Actor Revelación" en 2009. Pero no fue la única sorpresa de la noche para El Langui, que también se llevó otro Goya a la "Mejor canción original". "Fue un regalo poder dar el salto al cine, además como protagonista; prepararme el guión, rodar durante tantos meses, formar parte del equipo de trabajo, conocer cómo se estructura todo…"
Desde entonces, no ha parado. Ha ido engarzando unos proyectos con otros ("Torrente 4", "Fuga de cerebros", "Torrente 5"…). Uno de los más recientes, la serie "El Chiringuito de Pepe". Y reconoce que no quiere desvincularse del mundo del cine y la pequeña pantalla: "Me gusta contar historias, provocar sentimientos y emociones, en resumidas cuentas, comunicar".
Y eso es lo que hace: comunicar. Comunicar con su música, con sus interpretaciones, haciendo radio y escribiendo libros. Y no le importaría probar con el teatro.
Lleva en radio desde 2005. Creó su propio programa "Taraská", y acabó en RNE y luego en Europa FM. Además, desarrolló un formato propio para televisión, un programa que entró en Mediaset: "Taraská TV". Por otra parte, ha escrito tres libros: "16 escalones antes de irme a la cama" (2009), que no es autobiográfico pero en el que comparte experiencias personales; "Pan Bendito. Un barrio con mucha miga" (2010), que es una novela de humor, y "Cómo ser un imperfecto feliz" (2014), que es un libro con ciertos tintes de autoayuda.
Amistad, amor y humor son pilares básicos en su vida. "La amistad me ha motivado a ser, a moverme a quererme a mi mismo". El amor y el humor también ocupan un lugar privilegiado: "En esta vida hay que poner amor a lo que se hace y, sin duda, hay que tener humor, hay que saber reírse de uno mismo y de lo demás", asegura. Asimismo, no da tregua alguna al abandono y a tirar la toalla: "Hay que luchar por lo que nos importa y por lo que queremos, para qué tirar la toalla si luego vamos a tener que agacharnos a recogerla", sostiene.