Javier García Pajares
“Detrás del miedo se encuentran nuestros mayores deseos”
La historia de Javier García se puede leer en la palma de una mano, y no por pequeña o menos importante, sino porque es el instrumento que este joven sordociego de 26 años utiliza para comunicarse. El lenguaje dactilológico –así es como se llama- es un sistema de comunicación que consta de un signo por cada letra del abecedario, lo que permite construir palabras y oraciones completas signando letra por letra sobre la palma de la mano. “El tiempo medio que tarda una persona en aprenderlo son 20 minutos, aunque a simple vista parezca más complicado”, asegura Javier.
De esta manera fue cómo Javier aprendió a hablar inglés durante su estancia en Londres. Hasta esa ciudad se desplazó el pasado año para cursar parte de su carrera de Derecho y Administración y Dirección de Empresas, tras convertirse en el primer estudiante Erasmus con este tipo de discapacidad. El idioma no fue, sin embargo, el principal obstáculo que encontró al llegar, y es que la sordoceguera dificultó las relaciones humanas. “Necesito que las personas aprendan mi sistema de comunicación para que podamos entendernos y, por supuesto, no todas, ni mucho menos, tienen una actitud positiva para aprenderlo”, admite.
“Tenía el deseo de demostrarle al mundo que era capaz de hacer cosas valiosas”
Siempre que alguien le pregunta acerca de cómo fue su experiencia en la capital londinense, responde que fue un período duro. No obstante, reconoce que cualquier otro estudiante, con o sin discapacidad, podría dar la misma respuesta. “Soy consciente de que cualquier otro estudiante, al igual que yo, haría hincapié en la recompensa que sucede al esfuerzo durante la experiencia Erasmus, una recompensa que, en mi caso, se traduce, entre otras muchas cosas, en aprender a defenderme en inglés y a perder el miedo a viajar solo”, afirma Javier con satisfacción.
Es ahora más que nunca cuando tiene ganas de conocer nuevos destinos, ahora que ha perdido ese miedo que antes le frenaba. De hecho, Javier ha regresado recientemente de visitar a unos amigos en las islas de Guadalupe en el Caribe. “Fueron unas 15 horas de viaje por trayecto, incluyendo escalas y transbordos de aeropuerto, y sin embargo me atreví a emprender el viaje solo y de verdad que mereció la pena“, dice orgulloso.
LAS REACCIONES DEL ENTORNO
A día de hoy, Javier se mueve con independencia por el mundo, pero llegar hasta aquí no ha sido fácil para alguien que, como él, empezó a perder la audición y la vista siendo apenas un adolescente y sin un porqué que lo explicase. Para Javier, que sea más o menos fácil asimilar una nueva situación como la suya dependerá, más allá de la fortaleza de cada cual, de la reacción del entorno de cada uno.
En su caso las reacciones negativas de su entorno, un entorno que, según sus propias palabras, rebosaba ignorancia, provocaron que, en un principio, Javier optara por la vía más fácil, la del aislamiento. Fueron estos momentos complicados los que pasó encerrado en casa, un hogar en el que se respiraba “depresión y ansiedad”, pero afortunadamente en su interior empezaba a crecer el deseo de “demostrarle al mundo que era capaz de hacer cosas valiosas”.
“El odio o la venganza no me parecen, ni de lejos, idóneos para construir un mundo mejor”
A ese objetivo contribuyeron también los padres de Javier, que acudieron a la ONCE en busca de ayuda. Ellos y sus familiares más cercanos han sido sus mayores apoyos en todo este tiempo, pero también sus amigos y las instituciones que le siguen ayudando a día de hoy. Entre ellas, ONCE y su Fundación, la Asociación de Sordociegos de España (Asocide), la Fundación ONCE para la Atención de Personas con Sordoceguera (FOAPS) y la Universidad Autónoma de Madrid.
CONCIENCIACIÓN
Para Javier, el trabajo que realizan estas entidades es fundamental para atajar el desconocimiento generalizado que existe en torno a la sordoceguera como tipo de discapacidad. “El desconocimiento sobre la sordoceguera está presente en todas partes: en los centros educativos, en las administraciones públicas, etc., pero creo que la concienciación, aunque lenta, es posible”, asegura.
Según cuenta, la primera reacción de una persona ante otra con sordoceguera depende de cada cual, no habiendo un patrón determinado. “Puede que la persona reaccione con sorpresa, con incredulidad, con admiración o con desconcierto. Por eso es importante la labor de concienciación, para que el desconocimiento no dé lugar a una reacción más o menos negativa”, explica.
Javier destaca asimismo el importante papel que la educación representa a la hora de prevenir situaciones de discriminación y desigualdad, sobre todo en el ámbito escolar, donde desafortunadamente son cada vez más comunes los casos de acoso escolar. “A veces empleo mi pasado para ayudar a otras personas, pero siempre intento hacerlo por una buena causa. El odio o la venganza no me parecen, ni de lejos, idóneos para construir un mundo mejor. Prefiero pensar que hay personas que actúan de una determinada forma por desconocimiento, miedo, etc. y que podemos ayudarles a ser mejores. ¿Cómo? Pues a través de la educación y del afecto, que es como avanza la humanidad”, afirma.
“Recorrer el mundo, construir una familia, escribir libros…Ya veremos qué sueños se cumplen y cuáles no, pero lo importante es soñar”
Javier no tiene duda en recomendar a aquellas personas que, como él, tienen un reto o desafío por delante a “que se atrevan, porque detrás del miedo se encuentran nuestros mayores deseos”. “Si fracasamos, no pasa nada, nos esperan muchos más retos en la vida. Si, por el contrario, triunfamos, seguro que nos sentimos geniales y llenos de energía, orgullosos de nosotros mismos”, concluye.
Entre sus deseos, se encuentran algunos más grandes y otros más pequeños, como recorrer el mundo, escribir libros o construir una familia. “Veremos cuáles se cumplen y cuáles no, pero lo importante es soñar”, asegura Javier, al tiempo que aprovecha para tomar prestado de un amigo el lema ‘Life is life’, “para que cada uno haga lo que le apetece en la vida, aunque sea una locura, porque la vida es la vida y está para vivirla”.
Javier fue galardonado con una Mención Especial en los Premios Fundación Caser Dependencia y Sociedad 2010, donde se proyectó un video de presentación.