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Carlos Guerrero

Si tú le das algo bueno a la vida, por poco que sea, la vida te lo va a devolver

El cerebro cuenta con un mecanismo que hace que olvidemos tanto los minutos previos como los posteriores a una experiencia traumática, por eso Carlos no recuerda nada del momento del accidente de tráfico que sufrió junto a su familia con tan solo 9 años y que dio a su vida un giro de 360 grados.

“Recuerdo vagamente ir en el coche a ver la casa en la que vivimos ahora y que por aquel entonces estaban construyendo y de repente, nada. No sé cómo sobreviví”, afirma este joven madrileño 22 años después de despertarse en el hospital del coma que le provocó el accidente de coche en el que él viajaba sin cinturón en el asiento trasero.

El proceso de recuperación fue bastante largo y duro ya que, tras el mes y medio que pasó en el hospital, Carlos tuvo que seguir luchando por reaprender todo aquello que le había borrado el coma y enfrentarse a algunas barreras que le distanciaban de los niños de su edad, como escribir o montar en bici. “Para mí lo más difícil cuando salí del hospital fue darme cuenta de que no podía jugar al futbol. Yo quería poder jugar por lo menos, igual de bien que antes del accidente y aunque al principio fue muy duro darme cuenta de que ya no podía, a la larga te das cuenta de que hay cosas más importantes”, recuerda Carlos.

En todo este proceso, el apoyo de sus padres y su hermana fue fundamental para recuperar su vida, pues como él mismo nos cuenta, “fue difícil compaginar los estudios con el hospital, donde pasaba la mañana de absolutamente todos los días, aunque con ganas y esfuerzo, al final, se hace”. Sin embargo, Carlos contaba con un aliado que no sólo le ayudo a superar el accidente, sino que a día de hoy se ha convertido en su modo de vida: la poesía.

“La poesía es una vía de escape, algo que te hace respirar, te da alegrías y penas”

Y es que, con un poemario ya publicado y el segundo en camino, Carlos, que siente la poesía “como una vía de escape, algo que te hace respirar”, comparte de esta forma sus emociones en sus letras, en las que plasma sus vivencias y su percepción del día a día. “Con la poesía yo pretendo interactuar con la gente y conmigo mismo, encontrarme en esas emociones dentro de 20 días cuando vuelva a leer el mismo texto. Eso, además de sentimiento en estado puro, es para mí la poesía”, explica Carlos, que recorre España verso a verso.

Sin embargo, a pesar de haber encontrado en la poesía una fiel compañera de viaje, Carlos todavía halla barreras impuestas que afectan a su día a día, aunque para él, la principal barrera es la psicológica, sus miedos, “el no atreverme a hacer algo porque pienso que no soy capaz de hacerlo igual, eso es lo que más me frena, si no fuera por eso, yo me comía el mundo”. Por ello, Carlos se mantiene constante en el esfuerzo de alcanzar sus metas y no dejarse llevar por los miedos que puedan surgir.

En este sentido, para Carlos falta concienciación sobre la discapacidad en la sociedad, “ver absolutamente normal la discapacidad y respetarnos como somos, porque lo verdaderamente importante es el interior, ser buena persona. Si este pensamiento lo tuviésemos todos, al final conseguiríamos un mundo mejor. A veces se trata simplemente de sonreír, de hacer más agradable la vida de los que están a tu lado”, afirma.

SU EXPERIENCIA COMO EJEMPLO

“Siempre me ha gustado ayudar a que no le pase a la gente lo que me pasó a mi”

Además de compartir su forma de ver el mundo a través de sus versos, Carlos también imparte charlas de prevención y seguridad vial en autoescuelas y colegios en las que, a través de su experiencia, pretende “ayudar a que a otros no les ocurra lo mismo que me ocurrió a mí”. En estas clases, que imparte generalmente a conductores que han perdido los puntos del carnet de conducir, utiliza su propia experiencia como ejemplo para evitar que se produzcan accidentes.

“Aunque algunos testimonios resultan duros, coincides con gente que te lo agradece de verdad y con eso a mí me sirve. Con que mi historia sirva para evitar una sola de los cientos de víctimas que hay en la carretera, me doy por satisfecho. Es muy gratificante, sobre todo en los casos de la gente que te lo agradece de verdad”, incide.

Y es que, para Carlos, interactuar y compartir su testimonio con personas que han pasado por experiencias similares o que aún pueden evitarlas, es una forma de devolverle a la vida la sonrisa que esta le da porque tiene claro que “si tú le das algo bueno a la vida, por poco que sea, la vida te lo va a devolver”.

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