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Lary León

He venido al mundo con el objetivo de sonreír

Imagen de Lary León

Sonreír a la vida, esa es la misión con la que la periodista Lary León asegura que vino al mundo. Pues bien, bastan cinco minutos a su lado para darse cuenta de que cumple de largo con ese propósito. Ella, risueña y divertida, derrocha simpatía y amabilidad allá por dónde pisa, y lo hace con paso firme, sin que el resto de los mortales se den cuenta a simple vista de sus circunstancias particulares.

“No soy un ejemplo de superación porque no he tenido que superar nada”

Lary, la más pequeña de cinco hermanos, nació inesperadamente sin brazos y sin una pierna, pero nada de eso frustró su objetivo de seguir sonriendo. “Una de las capacidades con las que nací fue la de darle la vuelta a la tortilla a ciertas situaciones. No sé en qué momento afiné esa habilidad, pero creo que la traigo de serie. Siempre digo que he venido con el objetivo de sonreír y de compartir con los demás la sensación de que realmente sólo hay cosas muy importantes y muy graves por las que preocuparnos”, afirma.

En su libro ‘Lary, el tesón de una sirena’, la periodista describe cómo transcurrió su infancia hasta los nueve años, una etapa de su vida que recuerda con alegría y con la curiosidad y la inquietud que caracteriza a todos los niños. Ella guarda muy buenos momentos de su infancia y asegura que, tanto de niña como en su etapa de adolescente, ha tenido siempre la suerte de no haberse sentido discriminada.

“Afortunadamente nunca he tenido ningún problema de ‘bullying’ o de rechazo en el colegio. La primera vez que entré en clase, mis compañeras se quedaron un poco sorprendidas. Me divertía mucho enseñarles cómo podía escribir con las pinzas, cómo manejaba los brazos. Ahí es cuando descubres dónde está la capacidad y dónde la discapacidad, qué es ser normal y qué es ser diferente, pero es todo tan relativo… Hay que fijarse en esas capacidades y no en lo que nos falta”, explica.

Aunque no le gusta sentirse protagonista, Lary no deja indiferente a nadie y llama la atención su sorprendente capacidad para inyectar a los demás un chute de positividad. Si de algo es ejemplo, es de constancia y de tesón, dos valores que aprendió desde muy pequeña gracias al apoyo y al cariño de sus padres, que nunca quisieron que recibiera un trato de favor. La sobreprotección no iba con ellos porque tenían claro que el objetivo era otro; su mayor deseo era que su hija aprendiera, entre otras muchas cosas, a caminar, a comer y a escribir sola, para que se convirtiera en la persona independiente que es a día de hoy.

Lary no se considera un ejemplo de superación en la vida y, con humildad, asegura que no ha tenido que superar nada. “Yo he nacido así, he venido al mundo con estas herramientas. Lo disfruto totalmente y no es lo mismo que una persona, por una enfermedad o un accidente, tenga que empezar de cero y reinventar su vida”.

Esta joven se siente orgullosa de poder hacer cosas diferentes a los demás y trata de transmitir ese espíritu a quienes en su día a día tienen que sortear algún tipo de obstáculo. “La actitud es muy importante. Es verdad que a veces no podemos controlar lo que pasa, pero sí cómo nos influye eso que nos pasa y cómo lo gestionamos para poder sacar una parte positiva de prácticamente todo aunque, a priori, nos parezcan que son problemas”, dice con convencimiento.

APRENDER Y OBSERVAR

“Todos tenemos capacidades y discapacidades, sólo que unos las tenemos más visibles que otros”

Lary asegura que se divierte mucho haciendo las cosas de otra manera y disfruta aprendiendo constantemente cosas nuevas, conociendo gente y teniendo nuevas experiencias. Entre sus muchas aficiones, es feliz viendo un atardecer o un amanecer durante horas, aunque confiesa que uno de sus hobbies favoritos es observar y aprender de lo observado. “Si no hubiera sido periodista, hubiera sido socióloga porque me encanta, me parece fascinante observar las reacciones de la gente, las emociones que nos salen en un momento dado, me gusta muchísimo”, cuenta.

Lary solía imaginar de pequeña que era una sirena, con sus aletas y su cola para nadar, era la forma divertida que esa niña vivaracha encontró para darle lógica y sentido a su situación especial. En la actualidad, como buena sirena, a Lary le encanta el mar, viajar y conocer otras culturas, pero si tuviera que destacar sólo una de sus aficiones, su preferida sería la de ayudar a los demás. “Por ayudar a alguien no puedo decir que no, me gusta mucho”, afirma.

A lo largo de su carrera profesional a quien más ha ayudado la periodista es a los niños. Actualmente, es coordinadora de Proyectos y Contenidos de la Fundación Atresmedia, desde donde desarrolla un programa de humanización de hospitales que contribuye a hacer más llevadera la estancia de los pequeños en estos centros.

Para Lary, la inocencia de los niños es maravillosa. “Cuando estoy con ellos es bonito. Los niños te hacen tres preguntas básicas: cómo te peinas, cómo comes y cómo te pintas los labios. Una vez que saben cómo hago esas tres cosas, se olvidan completamente de que no tengo brazos o de que no tengo una pierna y normalizan el momento”, cuenta divertida.

Poder trabajar ahora con ellos le resulta una experiencia muy gratificante. Lary pasó de pequeña largas temporadas en el hospital, por lo que utilizar su profesión y sus conocimientos para ayudar a otros niños es para ella “un regalo del destino”. “Se trata de un proyecto muy bonito y tengo la oportunidad de trabajar con un equipo excepcional en el que todos somos iguales y todos somos diferentes al mismo tiempo. Esa diversidad es la que enriquece y soy feliz en mi trabajo porque cada día hago cosas nuevas, aprendo muchísimo de mis compañeros, de los niños o las familias que conoces en el hospital”.

LA ILUSIÓN DE VIVIR

Ayudar a los demás es una tarea importante, pero Lary no ha cerrado ni mucho menos el círculo de lo que le queda por hacer en la vida. Está convencida de que aún tiene mucho camino por delante, un recorrido que todavía no conoce y que tampoco sabe cómo se llama, “pero esa es la ilusión de vivir, pensar que te queda mucho por hacer, por disfrutar y, sobre todo, por aprender”.

Con esta filosofía, hace hincapié en la necesidad de aprovechar la vida y “disfrutar de lo que se te pone por delante”. “Estamos aquí para eso, para disfrutar y ayudar a los demás. Siempre habrá alguien que pone el granito de arena para que otro sea más feliz o para contribuir a una buena causa”, insiste.

Según Lary, ese altruismo acaba siempre retornando de vuelta. Ella lo llama “la espiral de la vida”, un recorrido en el que el principio y el final de un mismo hilo se mantienen siempre interconectados, de manera que a veces tenemos la sensación de que se repiten ciertas situaciones y gente a la que conocemos nos resulta familiar. “Si tienes una actitud positiva, ese hilo volverá en forma de positivo. Es la espiral de la vida la que da sentido a todo lo que haces, a todo lo que eres y a todo lo que transmites. Es como un efecto dominó”, concluye.

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