Pilar Calvo
Las personas con discapacidad debemos perder el miedo a pedir ayuda y la sociedad a ofrecerla
Estudiaba su primer año de Filología Hispánica en Barcelona cuando Pilar Calvo comenzó a perder la visión de un ojo. Empezaron las visitas médicas hasta que, a finales de 2003, le diagnosticaron Neuropatía Óptica Hereditaria de Leber (NOHL), una enfermedad que afecta al nervio óptico y, aunque no provoca dolor, con 19 años perdió la visión central.
“Asumir lo que me estaba pasando fue un proceso complicado. A la etapa que estaba iniciando en la universidad, con gente nueva, sitio nuevo y estudios diferentes, se sumó el ir perdiendo poco a poco la vista. Procuraba aparentar que no me importaba demasiado, porque mis padres ya estaban suficientemente preocupados. Soy hija única y se volcaron mucho en mí”, recuerda.
Vídeo: Fundación Caser con Pilar Calvo (Youtube)
Entonces se afilió a la ONCE, que le suministró las herramientas tecnológicas necesarias para seguir adelante con sus estudios. “Además, me facilitó una profesora de apoyo, que me acompañaba a los exámenes y, cuando no eran accesibles, me leía las preguntas. También se encargaba de hablar con los profesores que solicitaban asesoramiento”.
Aunque Pilar confiesa que no reconocer a las personas que estaban a su alrededor resultaba duro, “pronto recuperé la normalidad. Sólo es cuestión de pasar, con optimismo y espíritu de superación, por un nuevo aprendizaje”. Esta joven, por ejemplo, pasó de leer los libros a leer escuchando: “Con el simple gesto de ponerme unos auriculares puedo disfrutar de la lectura donde yo quiera. Simplemente tuve que aprender a utilizar un software especial, un programa que tiene un magnificador visual que lo amplía todo y que tiene un soporte de voz sintética que lee todo lo que se ve en la pantalla”.
Como Pilar tiene “algo de resto visual”, su percepción del mundo “es algo particular”. “A veces es difícil explicar que eres ciega legal, porque veo menos del 10 %, pero no soy ciega total, tengo resto visual y aún lo utilizo. Si amplío mucho el texto o la imagen puedo verlo, aunque sea por zonas, y donde está el foco. También veo los colores, pero no siempre se asemejan a la realidad, y percibo muy bien los contrastes tipo negro y blanco”.
Para compensar su discapacidad visual, ha aprendido a aprovechar más los otros sentidos, como el oído, el olfato o el tacto. “Nadie te enseña a vivir con otros sentidos, sino que he ido explorándolos y averiguando su utilidad. Para leer Braille, por ejemplo, me va mejor tener los ojos cerrados, porque así siento más los puntitos”, explica. No obstante, el sentido que más valora es el oído. “Puedo saber si hay mucha gente a mi alrededor o si está la persona con la que he quedado, porque reconozco las voces. Además, el oído me permite también acceder a la información y, mediante el software adecuado, puedo utilizar casi todas las aplicaciones”.
Respecto a encontrar trabajo, Pilar reconoce que le ha resultado más difícil. “Aún existen muchos prejuicios y el desconocimiento hace que las empresas, por tener que realizar determinadas adaptaciones, no se atrevan a contratarnos. No tienen muy claro si podremos realizar las funciones asignadas e, incluso, prefieren contratar a personas con otro tipo de discapacidad”, asegura.
Afortunadamente, Pilar apunta que esta realidad está cambiando: “Una persona ciega o con discapacidad visual puede hacer lo que se proponga, ir más allá de vender el cupón”. Las nuevas tecnologías contribuyen a ello, “así como empresarios valientes que apuestan por emprender la aventura de contratarnos sin miedos”. Y así ha sido en su caso, ya que trabaja como recepcionista.
La llegada de Kenzie
Pilar asegura que, al principio, las barreras físicas y arquitectónicas son las más difíciles de superar y, aunque lleve bastón, “te las comes”. Pero también están las barreras de la mente, “las de esas personas que te ven por la calle y dicen: “Pobre”. Esas mismas personas que piensan que no podemos hacer nada por nosotros mismos y no te dan una oportunidad para demostrarlo”. Evidentemente, esas personas se equivocan.
En 2009, la vida de Pilar dio un giro importante, y para bien. La razón, la llegada de su perra guía Kenzie. “Ya no tengo que ir con el bastón por la calle intentando esquivar todo lo que me encuentro: un árbol, un grupo de personas, una marquesina... Ya no me choco con nada ni con nadie. Kenzie es mucho más que una perra guía, existe un vínculo muy fuerte entre nosotras, porque vivimos las 24 horas juntas. A veces siento que hasta sabe qué pienso, lo percibe todo”, destaca.
Juntas han vivido muchas experiencias, “que si hubiera estado sola no serían lo mismo”. Pilar recuerda, especialmente, cuando hicieron una etapa del Camino de Santiago: “Kenzie me guiaba y yo me sentí totalmente autónoma y libre de poder caminar sola con ella sin tener que depender de nadie, porque sabe qué pasos tiene que dar para ir a mi ritmo”.
Es más, y sobre todo gracias a Kenzie, a sus 31 años Pilar se considera una persona autónoma e independiente. No obstante, reconoce tener ciertas limitaciones en determinados aspectos de la vida. “Las personas con discapacidad debemos perder el miedo a pedir ayuda y la sociedad a ofrecerla”, asegura. En su opinión, la sociedad está preparada para normalizar la convivencia con las personas con discapacidad. “Tan sólo debe dejar a un lado los prejuicios y que nos vea como uno más. Nadie ha elegido tener una discapacidad y puede que, de un día para otro, te veas en una situación similar. Si nos pusiéramos en la piel del otro, empatizando, todo sería más sencillo”, añade.
“Con mis ojos”
En 2014, La 2 de TVE emitió 11 capítulos del programa de viajes “Con mis ojos”, protagonizado por Pilar y su perra Kenzie. Durante tres meses, recorrieron la geografía española.
Una experiencia que define como un regalo, “porque viajé, conocí a personas increíbles y viví muchas experiencias. Recuerdo, especialmente, cuando hice surf en Zarautz, sobre todo porque el monitor era ciego total. Cuando te enfrentas a nuevas retos y superas tus miedos con éxito la satisfacción es enorme. Durante la grabación del programa, viví situaciones que me han marcado y dejado huella”, detalla.
“Con mis ojos” fue Premio de la Fundación Caser Dependencia y Sociedad 2015, en la categoría de Comunicación.