La Sociedad Española de Reumatología (SER) ha puesto en marcha la campaña “Ponle nombre al reuma”, cuyo objetivo es difundir entre la población general que el término “reuma” no existe como enfermedad, sino que hay más de 250 afecciones reumáticas, cada una con sus características. Dentro de esta iniciativa, han preparado un decálogo para resolver las dudas más frecuentes de los pacientes con gota. El decálogo ha sido realizado con la colaboración del doctor Enrique Calvo, reumatólogo del Hospital Universitario HM Sanchinarro, de Madrid.
1.- ¿Qué síntomas produce la gota? Lo más frecuente es sufrir ataques de inflamación en la primera articulación metatarsofalángica, es decir, la que une el dedo gordo al resto del pie, sobre todo en su cara externa. Suele ser un proceso agudo y muy doloroso que empieza por la noche o primera hora de la mañana, y con una hinchazón y un dolor tan intensos que pueden llegar a despertar y a hacer que hasta el mínimo roce moleste. Es habitual que se acompañe de eritema o enrojecimiento de la piel que rodea a esa articulación. Los ataques inicialmente pueden durar poco y ser más leves, pero si no se pone remedio para curar la gota, cada vez suelen hacerse más intensos y duraderos.
2.- ¿La gota sólo da ataques en el dedo gordo del pie? No. Aunque es la primera articulación metatarsofalángica es la más frecuentemente afectada, la gota también puede inflamar el tarso (empeine) del pie o el tobillo, confundiendo al paciente y a médicos inexpertos haciéndoles pensar que se trata de un esguince (aunque no haya tenido traumatismos en ese tobillo). También puede inflamar otras articulaciones como la rodilla, el codo (sobre todo la bursa olecraniana, que “acolcha” la parte posterior del codo), la muñeca, etc.
3.- ¿Puede padecerse un ataque de gota con niveles normales de ácido úrico? Sí, esto puede ocurrir hasta en más del 50 % de pacientes. Los niveles de ácido úrico en sangre en el momento del ataque de inflamación no siempre son representativos de la cantidad de cristales de urato depositados en las articulaciones. Hay pacientes con ataques evidentes de gota que tienen el ácido úrico normal, y también hay pacientes con cifras elevadas del mismo que sin embargo padecen pocos síntomas. Tener el ácido úrico normal en una analítica no excluye el diagnóstico de gota.
4.- Si los niveles de ácido úrico son altos en analíticas de sangre, ¿será gota? Hiperuricemia y gota son dos conceptos diferentes. Hiperuricemia significa tener elevado el ácido úrico en sangre, esto es, niveles superiores a 6’8 mg/dL (7 mg/dL, por convención), pues ese es su punto de cristalización. Hablamos de gota cuando existen depósitos de cristales de urato en los tejidos (articulaciones, riñones, etc.). Aunque sólo una de cada diez personas con el ácido úrico alto sufrirá gota, ésta suele precederse y acompañarse de una hiperuricemia crónica. Tener el ácido úrico elevado en sangre de forma habitual puede reflejar que somos incapaces de eliminarlo correctamente, que producimos más de lo normal o ambas cosas. Si esto se prolonga durante años puede dar lugar a los depósitos cristalinos, con síntomas diversos (articulares, renales, etc.) o con formación de lesiones bajo la piel llamadas tofos (agregados de cristales).
5.- ¿Cuándo ir al médico? Si usted experimenta inflamación articular o dolor recurrente sin ningún golpe que lo justifique, especialmente en el dedo gordo del pie, el empeine, el tobillo o la rodilla. También puede consultar a su médico si sus niveles de ácido úrico se encuentran siempre elevados en analíticas de sangre, sobre todo si aumentan de forma significativa con el paso de los años o si son valores especialmente altos como nueve o más. También puede resultar aconsejable que consulte a su médico si existen antecedentes familiares de gota en uno o más miembros de su familia y sufre usted hiperuricemia.
6.- ¿La gota se produce por ciertas comidas y bebidas? Aunque la alimentación es importante, la gota se produce en más del 90 % de casos por un problema de eliminación del ácido úrico por el riñón. No es recomendable abusar de alimentos ricos en purinas: cerveza (con y sin alcohol), bebidas alcohólicas de alta graduación y bebidas edulcoradas (refrescos, etc.), vísceras, carne roja y carne de caza, marisco y pescado azul (sardinas, anchoas, etc.). El tomate puede facilitar ataques articulares en pacientes con gota, pero un consumo moderado del mismo no suele originar problemas, pues las proteínas animales producen más purinas en nuestro organismo que las vegetales. Es aconsejable beber uno o dos litros de agua al día (sobre todo si hay cálculos renales de urato) y resultan beneficiosos los lácteos desnatados, las cerezas, los alimentos ricos en vitamina C y el café (consumo moderado). Por otro lado, habrán de evitarse y combatirse el sobrepeso y la obesidad, intentando realizar actividad física varios días en semana.
7.- ¿La gota se puede curar sólo cuidando la alimentación y evitando el alcohol? En la mayor parte de los casos la respuesta es no. De la misma forma que la hipertensión arterial no suele solucionarse sólo rebajando la sal de las comidas, sino con medicación antihipertensiva diaria, el paciente con gota también suele necesitar la ayuda de fármacos para curarse. La mayoría de enfermos que sufren gota llevan años depositando urato en sus tejidos sin ellos saberlo o notarlo, y estos acúmulos no se pueden disolver solamente cuidando la alimentación (aunque esto sirva de ayuda). Para disolver los depósitos de cristales y así curar la gota necesitamos hacer uso de medicación que disminuye la producción de purinas (alopurinol, febuxostato) o que incrementa su eliminación (uricosúricos, como la benzbromarona).
8.- ¿La colchicina o los antiinflamatorios tradicionales curan la gota? No. Son medicaciones empleadas frecuentemente en los ataques agudos de inflamación articular para calmar el dolor y la hinchazón, pero esto sólo consigue quitar los síntomas producidos por los cristales de urato sin eliminar éstos. Para curar definitivamente la gota necesitaremos disolver esos acúmulos cristalinos con la medicación oportuna que hemos referido antes, y esto no se consigue en días o semanas, sino gracias a un tratamiento bien realizado durante meses y años, según cada paciente. El depósito de cristales de ácido úrico sólo se resolverá con constancia en la medicación, supervisada por un médico, y con unos hábitos de vida saludables.
9.- ¿Por qué con la medicación para disolver los cristales de urato puede haber también ataques inflamatorios? Aunque resulte paradójico y sorprendente, esto puede y suele ocurrir con frecuencia en los pacientes con gota cuando se introducen medicamentos como alopurinol, febuxostato o benzbromarona sin la oportuna profilaxis antiinflamatoria, haciéndoles creer erróneamente que les resultan más perjudiciales que beneficiosos, cuando eso no es cierto, sino todo lo contrario. Por ello, en los primeros meses (incluso 6-12 meses, según el tipo de gota) que se introducen estos fármacos debe intentar añadirse además un tratamiento preventivo de ataques con colchicina a dosis bajas o algún antiinflamatorio equivalente como naproxeno a dosis bajas (o incluso corticoides, en algunos pacientes), pues en los primeros meses en que empezamos a disolver los depósitos de cristales hay mayor riesgo de ataques articulares.
10.- ¿Realmente la gota o el ácido úrico alto son peligrosos? La gota es mucho más que una articulación que se inflama y duele ocasionalmente. Produce una inflamación sistémica y no sólo articular, además de poder afectar a órganos vitales como el riñón. La hiperuricemia y la gota se relacionan además íntimamente con el síndrome metabólico, de forma que no es raro encontrar varios factores de riesgo tradicionales en los enfermos con gota, como obesidad, niveles altos de colesterol y triglicéridos, resistencia a la insulina, hipertensión arterial, etc. Todos estos factores se potencian entre sí, convirtiendo a estos enfermos en pacientes de riesgo cardiovascular moderado o incluso alto. Es por ello que ha de prestarse la misma atención y el mismo respeto a los niveles de ácido úrico en sangre que a los niveles de lípidos o de glucosa.